La oración personal: Un encuentro con Dios desde la profundidad de tu espíritu
Introducción
A veces podemos pensar que la oración personal es fácil, porque es posible orar en cualquier momento y en cualquier lugar.
Sin embargo tiene sus dificultades, bien porque no sabemos exactamente qué es la oración personal, bien porque “no tenemos tiempo” debido a nuestras ocupaciones diarias, o bien porque nos resistimos a sentarnos un rato para hablar con Dios.
Entonces, lo primero que necesitas para hacer bien tu oración personal es saber en qué consiste. De eso hablaremos en el artículo de hoy.
La oración personal es un diálogo

Orar es, simplemente, hablar con Dios. Se trata de un diálogo sencillo, de tú a tú, como le habla un hijo a su Padre, con tus propias palabras. No siempre necesitas hacerlo en voz alta; también puedes hablarle solo con el corazón.
A Dios puedes decirle lo que sea. Puedes contarle tus preocupaciones, así como tus logros. Puedes hablarle de las cosas en las que necesitas que te ayude. Incluso puedes contarle todo lo que te ha sucedido en el día, tal como lo haces con la gente que quieres y a la que tienes confianza.
Pero ¡cuidado! Que tu oración personal no se convierta en un monólogo. No se trata de hablar mucho, de llenar a Dios de palabras, de tenerlo un buen rato escuchando pacientemente tus discursos. También debes aprender a escuchar.
Dios está activo en la oración. Él también te habla, te consuela, te alienta, te educa, te responde, te purifica. En la oración personal Dios quiere comunicarte sus planes para tu vida, hablarte al corazón, llenarte de su amor.
La oración personal es un encuentro a solas

Cuando Jesús nos enseña sobre la oración dice: “Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6).
Dios quiere verte a solas, quiere conversar contigo sobre las cosas más privadas, más trascendentes y más importantes de tu vida. ¡Él tiene mucho que decirte!
Jesús sabe que tienes necesidad de consuelo y de ayuda. Y te invita a que te dirijas a tu Padre en la intimidad, con confianza, para pedirle todo lo que te haga falta. Por eso en este texto el Señor está hablando de una oración privada, en la que estás a solas con Dios y que es fundamental para tu vida interior.
Ya lo decía San Juan Pablo II: “La oración es un diálogo misterioso pero real con Dios, un diálogo de confianza y amor” (Juan Pablo II, 14-III-1979). En este diálogo aprendes a ponerte en las manos amorosas del Padre Dios, como un niño que se confía y abandona en los brazos de su papá.
Te invitamos a leer el hermoso texto de este Discurso del Papa Santo, donde explica tres razones por las que debemos orar. Puedes encontrarlo aquí.
La oración personal debe ser “en espíritu y verdad”

Para que sea agradable a Dios, tu oración personal debe brotar desde las profundidades de tu alma. De este modo será un encuentro íntimo con Dios, una entrega personal, una aventura maravillosa, de una riqueza y una profundidad que solo se puede alcanza desde la fe.
Dios busca adoradores en espíritu y verdad. Por eso la oración personal no se limita a un “espacio” o a un “tiempo” Puedes orar en cualquier lugar, en cualquier momento, porque tu Padre Dios ahí estará, esperándote. La oración es un asunto del corazón, no de las acciones exteriores, y debe estar dirigida por la verdad y no por una ceremonia o un rito externo.
Tu oración debe estar dirigida por tu amor a Dios. Cuando amas, oras. Por eso adorar a Dios en espíritu y en verdad implica necesariamente amarlo “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas” (Mc 12,30; Lc 10,27).
Resumiendo
La oración personal es un tiempo diario que escoges para estar a solas con Dios, dialogar con Él y conocerlo más íntimamente. Es un encuentro que brota del amor y lleva a amar.
¿Has tenido esta experiencia en tus tiempos de oración? ¿Qué es lo que más te cuesta a la hora de dialogar con tu Padre Dios? Cuéntanos tu experiencia en los comentarios y comparte este artículo, para que tus amigos también puedan crecer en su relación con Dios.
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