¡Nuestra hija es Discípula de Jesús!
Papás de la Hna. Esmeralda Marisol Alejo Menchaca
Sabía que quedaba en las mejores manos…
Soy Lilia Menchaca Gurrola, ama de casa y mamá de tres hijos, y quiero hablar de manera particular de mi hija Esmeralda M. Alejo Menchaca, pues Dios la llamó a la vida consagrada.
Cuando Esmeralda nos comunicó su deseo de ingresar al Instituto Discípulas de Jesús sentí mucha emoción, pero al mismo tiempo tristeza de no tenerla ya en casa. Había en mí emociones encontradas.
Empecé a orar mucho pidiendo a Dios fortaleza y aceptación a su voluntad, sabía que el llamado era de Dios, también Él llenaría el vacío y el lugar que mi hija dejaría en casa, pues Dios va preparando los corazones. En este tiempo toda la familia pertenecíamos al movimiento de Renovación Carismática en Zacatecas, ya conocíamos del amor y el poder de Dios, así que no fue tan difícil superar las contrariedades.
Cuando la llevamos al Instituto fue recibida por la Madre Superiora, le pedí que orara por nosotros, seguro mi esposo y mis hijos también tenían su sentir. En la oración le entregué mi hija a Dios y a la Virgen con toda aceptación pensando que nosotros, como papás, solo somos administradores de todo lo que Dios nos da. Me sentí fuerte pues sabía que Esmeralda quedaba en las mejores manos.
La despedida fue cordial aunque mi corazón latía fuertemente, pero mi rostro sonreía. Regresamos a casa no voy a negar que los primeros días me desmoroné al ver que el lugar donde se sentaba a comer estaba vacío, su cama vacía, todas sus cosas personales que había dejado, y me daba mucha nostalgia.
Me refugié en Dios. Asistía todos los días a Misa y esto me daba fortaleza, teníamos comunicación telefónica cada mes, o antes si así se requería, solo en el año de Noviciado no íbamos a tener comunicación durante todo ese año. Sucedió que apenas tenía ella dos meses de cursar el Noviciado, yo me sentí muy triste y pensaba: «¿Cómo podré aguantar un año sin saber nada de ella?» Me puse a planchar y a rezar el Rosario pidiendo a Dios por ella y por mí. Todavía no terminaba de rezar el Rosario cuando timbra el teléfono; me encontraba sola y contesté. ¡Cuál sería mi sorpresa que era Esme! -así le decimos de cariño-. Era tanta mi alegría que me puse a llorar, le expliqué que mi llanto era de emoción, que Dios me estaba respondiendo inmediatamente. Mi alegría iba en aumento cuando me dice que sí vamos a poder tener comunicación durante el año de Noviciado. Para mí este acontecimiento ha sido inolvidable, comprendí aún más cómo Dios está presente y al pendiente de nosotros.
También agradezco a Dios la fraternidad y unidad que existe entre las familias y el Instituto Discípulas de Jesús. Cada celebración o acontecimiento que hay en las familias nos apoyan con sus oraciones, nos llaman para felicitarnos en días especiales como el de las madres o en los cumpleaños.
Me dicen las hermanas que no perdí una hija sino que gané casi 100, y ¡es verdad! A Esme la veo muy contenta, Dios le ha regalado el don del canto y música. Yo estoy también contenta, han pasado varios años y vivo muy feliz. En abril del año 2010 Esmeralda se consagró en sus Votos Perpetuos. !Oh! ¡Qué alegría! Dios nos ha bendecido con una hija religiosa en la familia, me siento muy orgullosa de ella por su valentía, somos una familia feliz en el amor de Dios, mis otros dos hijos y mi esposo también son muy buenos
Papás, mamás, cuando sus hijos sientan el llamado de Dios, anímenlos, motívenlos, Dios premia, Dios bendice y da el ciento por uno. Se lo digo yo que lo estoy viviendo. ¡Ánimo!
Me despido con esta frase de San Agustín: «Dame lo que necesito, y pídeme lo que quieras…»
Dios te bendiga… ¡Gloria a Dios!
Lilia Menchaca de Alejo
Comprendimos que nosotros no podíamos frenar su vocación…
Por medio de la presente me permito dar testimonio para gloria de Dios, de los deseos y aspiraciones que mi hija Esmeralda tuvo desde muy temprana edad para seguir el camino de Dios nuestro Señor.
La historia comienza yo pienso que desde que mi esposa Lilia y yo empezamos a buscar apoyo para nuestra formación en la fe católica, debido a que en aquellos tiempos yo comenzaba a asistir a reuniones de los pentecostales, pues un compañero de trabajo me invitaba y me insistía mucho en que lo acompañara. Esto dio lugar (gracias a Dios) a que mi esposa buscara ayuda para que alguien nos guiara en las enseñanzas de la fe católica, fue de esta manera como ingresamos al movimiento de Renovación Carismática, empezando a visitarnos los coordinadores de este movimiento para iniciar un grupo de oración en nuestra casa, al mismo tiempo que por medio de mis cuñadas, que participaban en un coro, nos platicaron de una señora que nos podía ayudar en un curso para poder manejar la Biblia. De esta manera empecé a dejar de ir con los hermanos separados, empezamos a conocer las cosas buenas de nuestra Iglesia Católica que antes no conocíamos ni procurábamos, también empezamos a asistir mi esposa y yo a pláticas de Biblia con algunos sacerdotes así como conferencias con el Padre Flaviano Amatuli sobre defensa de la fe. Nos fuimos adentrando cada vez más en nuestra fe y en el movimiento de Renovación, hasta llegar a ser coordinadores en nuestra parroquia y a nivel decanato.
Platico estos antecedentes porque a partir de todo esto nuestros hijos iban viendo en nosotros (papá y mamá) los frutos de armonía en la familia y la alegría que se notaba también al estar cerca del Señor Jesús sirviendo.
Ya después nuestros hijos empezaron a participar en un ministerio de música en el mismo movimiento de Renovación apoyando en Asambleas, Misas, etc., llegando a asistir mis dos hijas a retiros o casas de formación organizados por Renovación hasta el grado de que asistieron muchas veces a congresos juveniles en la ciudad de San Luis Potosí. Ya por esos tiempos también las acompañaba nuestro hijo René, tanto en los retiros y congresos como en el ministerio de música. Todo esto contribuyó precisamente a que fuera inclinándose Esmeralda a la vida religiosa, y yo la veía que participaba con mucho entusiasmo en muchas actividades que ahí se realizaban. Hasta que llego el día en que, estando en la universidad, nos comentó que a ella no le gustaba el ambiente que veía en la escuela, y que le gustaría irse con las Discípulas de Jesús, que ella ya conocía por medio de algunos retiros que había tenido ahí.
Esto a mí me tomó hasta cierto punto de sorpresa, pues iba muy bien en su carrera universitaria, sacando inclusive muy buenas calificaciones. Me dolía que fuera a dejar sus estudios, pero también comprendí que si a ella le gustaba más la vocación religiosa, y sobre todo si tomando el camino de la vida consagrada al Señor ella iba a ser más feliz, yo lo único que le dije fue que si esa era su decisión y que si ella lo consideraba lo mejor, pues que así lo hiciera. Y aunque al principio sufrimos su ausencia comprendimos que nosotros no podíamos frenar su vocación y el llamado que nuestro Señor le había hecho y que nosotros, en cierto modo, habíamos propiciado o suscitado.
Fue así como ingresó a dicho Instituto de Vida Consagrada, y al pasar los años en esta vida nos ha dado un sinfin de satisfacciones, hasta llegar al grado de hacer sus Votos Perpetuos y consagración definitiva al servicio de Dios nuestro Señor, el cual cuida y guía nuestra familia y cada una de nuestras vidas.
Gloria y honor a Dios nuestro Señor por los siglos de los siglos… Amén.
Dios te bendiga…
René Alejo Ortiz
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