¡Nuestra hija es Discípula de Jesús!
Papás de la Hna. Blanca Annel Martínez Vázquez
Nada fácil, pero es una bendición…
Yo tengo una hija religiosa de la cual estoy muy orgullosa y quiero compartir con ustedes mi primera experiencia, cuando ella tomó la decisión de serlo.
No fue nada fácil, ya que nosotros no estábamos cerca de las cosas de Dios, éramos de esos católicos light, íbamos a Misa cuando teníamos una necesidad, cuando nos invitaban a una boda o bautizo… Yo siempre estaba distraída durante la Misa, me costaba trabajo poner atención.
Con mi hija siempre me lleve muy bien, yo le decía que éramos amigas y ella siempre me platicaba casi todo lo que le pasaba; a mí me funcionó muy bien el trato como amigas, teníamos una bonita relación.
Annel creció en una familia más o menos normal al lado de un papá muy estricto pero muy trabajador y responsable de la familia, ella es la mayor de tres hijos, a ella le siguen Liliana, luego Manuel, y al final yo, su mamá, su amiga, su cómplice.
Cuando le faltaba un año de su carrera profesional la invitaron a formar parte de un grupo de jóvenes en el Santuario de Guadalupe de la ciudad de Saltillo, cada vez se fue comprometiendo más y más, hasta que sintió el llamado de Dios (esto lo supe tiempo después). Recuerdo que mi mayor sueño con ella era verla terminar su carrera, que trabajara algún tiempo y más adelante verla hacer planes de boda. Soñaba ver a mis nietos, hijos de ella… Pero cuando terminó su carrera me dijo: “Quiero trabajar dos años y después buscar una congregación porque tengo la inquietud de ser religiosa”.
Yo sentí que algo me caía encima, pero no le dije nada. Para mis adentros pensaba: “¡No puede ser, cómo que religiosa!” No estaba de acuerdo y menos que se fuera a otra ciudad. Ella me preguntó: “¿No me dices nada?”, a lo que le contesté: “Vamos a esperar a que llegue ese año”, pensando en que podía cambiar de opinión.
Ella se dio la oportunidad de tratar a un compañero de carrera que siempre fueron amigos y de pronto se dio esa relación a sabiendas de la inquietud que tenía, dándose una oportunidad. Yo creo que ella quiso ir descartando las cosas del mundo para no equivocarse, y aceptó la relación. A las pocas semanas ella le manifestó que su inquietud de ser religiosa estaba presente, que no quería hacerlo perder su tiempo.
Pasó pronto año y medio de trabajo y empezó a buscar una congregación a donde irse, ya se han de imaginar lo doloroso que fue entregarla. Yo no sabía cómo lo iba a superar, pensaba en ella desde que amanecía hasta el anochecer, y cuando dormía siempre la soñaba. Apenas me preguntaban por ella y se me hacía un nudo en la garganta y ya no podía hablar, lo único que se me ocurrió fue refugiarme en la Iglesia: iba a Misa todos los días y allí conocí a una persona que me invitó a visitar a los enfermos en los hospitales y hacer oración por ellos. Fue en medio del dolor ajeno donde pude ir sanando mi corazón, y gracias a mi hija religiosa también aprendí a buscar a Dios.
Aprendí a querer a las Discípulas de Jesús como si fueran mi familia, han venido a dar retiros a nuestra ciudad y aunque no viene mi hija con ellas, nosotros las recibimos y vemos en cada una de ellas a nuestra hija, y eso es por el amor a Dios.
Si ustedes ahora están sufriendo por su hija, porque está tomando esta desición, tomen en cuenta que, como a mí me pasó, dentro de poco tiempo le van a dar gracias a Dios por ser ella la elegida, gracias por todas las bendiciones que ustedes como familia van a recibir a través de ella. Acérquense a la Iglesia, involúcrense en las cosas de Dios, Él les va a hablar a través de las personas y pronto van a superar lo que están viviendo.
Aquí les dejo mi número de teléfono por si quieren llamarme; considérenme su amiga.
Me despido de ustedes con un fuerte abrazo.
Blanca Esthela Vázquez de Martínez
(01-844) 141-30-53
Saltillo, Coahuila, México
Tenía la esperanza de que se le pasara…
Les quiero contar mi historia de encuentro con Dios. Tuve una familia compuesta de tres hijas y un hijo, los cuales fuimos muy unidos.
Yo trabajé el mayor tiempo viajando y siempre traté de hacerlo de lunes a viernes para sábado y domingo dedicarlo a la familia, paseando, en días de campo, haciendo deporte y en sí, pura diversión, sin acordarnos de Dios, ni de su Iglesia, solo cuando se celebraba algún festejo familiar asistíamos a Misa por compromiso con los familiares, no con Dios.
Mi primer hija se caso por lo civil como se acostumbra normalmente, lo católico pasó a segundo término porque el novio no tenía recursos más que para el civil y la pachanga.
Mi segunda hija, Annel, inició su carrera profesional y asistía a un grupo juvenil al Santuario de Guadalupe acercando a sus hermanos Liliana y Manuel. Mi esposa y yo nos preocupábamos por el cambio de vida ya que ellos se divertían con el grupo y nosotros nos quedábamos en la casa o salíamos solos, por lo que mi esposa empezó a asistir al Santuario más que nada para observar a nuestros hijos en sus actividades y posteriormente me estiró a mí.
Empezamos a observar que nuestros hijos empezaron a crecer en valores, dedicados a los estudios, a la Iglesia, a la música y la diversión sana, a veces en la Iglesia y otras en la casa. No nos preocupábamos por sus compañías o lugares de diversión, que es lo que más preocupa a los padres, y volvió la unión familiar más concreta, más constructiva, con más diversión pero ante todo con más amor y una familia más grande.
Un año después de que Annel terminara su carrera profesional y con un buen trabajo, me dice: «Voy a dejar el trabajo para buscar una congregación para irme de religiosa». Yo acepté con la esperanza de de que se le pasara. La conocía, era muy inquieta, aun trabajando estudiaba, desde la prepa muy deportista, así que pensé: “Es un paso más en la religión para crecer en conocimientos”, pero ya después, conociendo un poco más la Iglesia y sus buenos cimientos, no puse objeción.
Cuando la fuimos a entregar a San Luis Potosí con toda la familia fue una lloradera todo el camino de regreso a Saltillo. Esto es normal cuando los hijos se casan y se van a residir a otra ciudad.
Empezamos a visitarla seguido y fuimos sintiendo el amor de la Hermandad de las Discípulas de Jesús, esa acogida e integración que te brindan, y terminamos conformándonos y convirtiéndonos también a Cristo eternamente.
Después de que entregamos a Annel yo perdí mi trabajo en el cual duré 13 años, y empezaron los problemas económicos. Ya no podíamos ver tan seguido a Annel, se casó Liliana con un joven que era parte del grupo del Santuario de Guadalupe y yo sin trabajo.
Empezamos en grupo familiar, visitabamos al Santísimo al mediodía y un día al salir de la Iglesia donde pedíamos para que encontrara algún trabajo, le dije a mi esposa que se fueran a la casa mientras yo iba a visitar a un conocido que tenía una empresa con un giro similar a donde trabajaba anteriormente, al cual ya había visitado sin resultado positivo. Llegué y me recibieron inmediatamente, me dijo que estaba a punto de llamarme, y me hizo una buena propuesta y al otro día ya estaba trabajando… ¡Gloria A Dios! Y aunque ya me pensioné, sigo trabajando y con mucha demanda, gracias a Dios.
Por intercesión de Annel mi primera hija se casó por la Iglesia y toda su familia empezó a unirse al catolicismo, mi hija Liliana y su esposo son proclamadores de la Palabra de Dios y mi hijo Manuel fue coordinador de un Ministerio de Alabanza, se casó con una ex compañera de la secundaria y miembro del Ministerio de Alabanza. Mi esposa sirve en el ministerio de ayuda a los enfermos en el I.M.S.S., hacen oración por los enfermos y llevan algo de comida para sus familiares, y yo sirvo en los ejidos cercanos a Saltillo, donde llevamos la catequesis de Primera Comunión y Confirmación, y algunas despensas y ropa que nos proporcionan algunos bienhechores.
Vivir en gracia de Dios te brinda una vida terrenal y celestial plena para ti y para tu familia, fortaleza espiritual, salud, y bendiciones económicas. Tenemos miedo de entregarnos a Dios, pero el miedo es a lo que no se conoce. Te invito a que te entregues a Dios, date y dale la oportunidad a tu familia de ser uno más de los millones de miembros de la familia Cristiana.
Dios lo único que te pide es que vivas fuera del pecado y aunque ya los tengas, por más pesados que sean Él te los perdona. Solo te pide amor sin condiciones para Él y para tus prójimos, dar amor y vivir en armonía. Date la oportunidad de poder comparar la vida del mundo con la vida en Cristo, si no conoces no puedes comparar ni juzgar. No te limites ni limites a tu familia, no cuesta nada y sí recibes mucho. Como mi testimonio hay muchos, conócelos y espero pronto conocer el tuyo.
Ve un mundo diferente, vive la vida en Dios con amor, paz y tranquilidad.
Tu hermano
Manuel Martínez Ruiz
(01-844) 141-30-53
Saltillo, Coahuila, México
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