Le pregunté: «¿Qué necesito para ingresar a la Hermandad?» Y me respondió: «Nada, vente»…
Juana Gómez Camacho
Recibí el llamado a la Vida Consagrada en el año 1993. En ese tiempo participaba en el grupo de Renovación Carismática en la Catedral de Ciudad Victoria, Tamaulipas. En este grupo los hermanos que lo integraban tuvieron la inquietud de formar una Comunidad de Alianza y para tal caso invitaron al Padre Pablo y a hermanos de la Comunidad Nueva Alianza de San Luis Potosí. Ellos venían cada mes a los retiros y nos explicaban lo que era una Comunidad de Alianza. También venían hermanos y hermanas consagrados de las Hermandades Discípulos y Discípulas de Jesús.
Recuerdo que desde que entré al grupo empecé a leer literatura cristiana. Me gustaba mucho leer la vida de algunos santos y me emocionaba. También leía una revista de misioneros y con esto empezó a nacer el deseo de ser misionera y servir al Señor en los más necesitados de su Palabra.
Cuando conocí a las Discípulas de Jesús, mi vida de oración se fue intensificando y también la lectura bíblica.
Un fin de semana nos invitaron a un retiro al Rancho La Negra donde estaban viviendo algunas hermanas Discípulas y me llamó la atención su vida de fraternidad en el trabajo y en la oración, su sencillez, su alegría y su amabilidad. Yo experimenté algo diferente a lo que había vivido. Cuando terminó el retiro y nos fuimos a nuestra casa el domingo por la tarde, experimenté en mi corazón el deseo de vivir para siempre en la Casa del Señor. Esta experiencia fue en la Cuaresma de 1993 y a partir de este tiempo, las hermanas participaban en nuestro grupo cada reunión semanal. Nos impartieron un curso sobre el Carácter de la Mujer Cristiana que me ayudó a conocerme y a valorar la bendición de ser mujer.
Leía la Palabra de Dios con el corazón apasionado y sediento. Cuando leí en el Evangelio sobre el llamado de Mateo, me llegó mucho porque yo trabajaba en la mesa de los impuestos (era auditora fiscal) y entonces le propuse al Señor que si me estaba llamando, me lo confirmara, me dijera a qué y pusiera los medios para darle la respuesta. Esto lo comenté con la Hermana Elia Morales y le pedí que orara por mí para discernir aquello que Dios estaba poniendo en mi corazón. Desde aquellos días sentí en mi corazón el deseo de apartarme para Él y fui tomando actitudes de una mujer que quería guardarse para Dios, y algunos lo notaban.
Dios fue confirmando mi llamado a través de mis hermanas de grupo y sobre todo ponía en mi corazón un deseo cada vez más intenso de ser sólo para Él como Discípula de Jesús, aunque ignoraba muchas cosas acerca de la vida de la Hermandad.
Con mucha emoción hablé con mis papás, que después de un ligero desconcierto me dijeron que sí. Hablé con mi hermana y le pedí se hiciera cargo de las obligaciones que yo tenía con papá y mamá, al menos por un año, y aceptó. Hablé con la Madre Isabel en una ocasión que nos visitó en nuestro grupo. Le pregunté: «¿Qué necesito para ingresar a la Hermandad?» Y me respondió: «Nada, vente». Después, renuncié a mi trabajo, pagué una deuda bancaria, avisé a mis coordinadores del grupo de jóvenes, e ingresé a la Hermandad el 6 de noviembre de 1993. Me recibieron en la Casa Santa María de Guadalupe, Rancho La Negra. La Superiora era la Madre Carmen Crespo y le apoyaban las Hermanas Azucena y Rocío. Las postulantes eran Dolores, Elena, Irma, y Silvia. Luego llegaron Patricia y María Isabel.
Hice mis Votos Perpetuos el 12 de agosto del año 2000. Doy gracias a Dios por haber suscitado este Instituto Discípulas de Jesús, por la Madre Isabel y la Madre Carmen (pilares de esta Hermandad) y por el llamado que nos ha hecho a quienes la integramos.
DATOS BIOGRÁFICOS
Nací en el Ejido La Misión, municipio de Ciudad Victoria, Tamaulipas, el 21 de agosto de 1963. Fui bautizada el 20 de septiembre de 1963 en la Basílica de Nuestra Señora del Refugio en Ciudad Victoria, Tamaulipas, e hice mi Primera Comunión en la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe en el ejido en una misión a cargo de norteamericanos. Estudié la carrera de Contaduría Pública en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y trabajé seis años como auxiliar contable y seis años como Auditor Fiscal en el gobierno del Estado.
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