Creía que ya se nacía con aureola y que este llamado no era para mí…
María del Carmen Crespo Martínez
Los recuerdos que tengo de niña son muy bonitos. Viví rodeada del amor de Dios, de mis padres, tíos(as), primos(as), familiares, compañeritos de escuela. También recuerdo mucho a mi abuelita materna que vivía en El Nogal. Mis hermanitos y yo nos rolábamos para estar con ella y mis tíos(as). Era un lugar muy bonito. Me gustaba ir por las tardes a bañarme al arroyo, ver las tortugas, acarrear agua de las pilas. Mi abuelita Jacoba Dávila nos arrullaba para dormirnos en un sillón y me enseñaba oraciones propias de niños. A ella le decíamos Mamá Grande.
En el Rancho El Verde estudié hasta tercer año porque no había otro grado más. Recuerdo que por las tardes, al llegar de la escuela, dejábamos los libros en la casa nos íbamos al arroyo a bañar con mi mamá y mis tías con sus niños. Ella nos enseñó a nadar. Por ser de las mayores de la familia, yo ayudaba en los quehaceres de la casa: a poner el nixtamal, lavarlo, moler en el molino, hacer tortillas, acarrear agua del arroyo, barrer, lavar, etc.
Era muy bonito cada tarde recibir a mi papá cuando regresaba de la labor. Traía elotes, calabaza en conserva, camotes, chiles, sandías, y muchas otras cosas. Era muy trabajador. Antes de ir a la labor, traía agua del arroyo para las vacas, cerdos, gallinas, y demás animales. Mi mamá también era muy alegre y trabajadora a pesar de que éramos muchos en la familia y no tenía quién le ayudara. Ella era muy rápida y limpia para todo y todavía nos hacía postres con la leche que mi papá ordeñaba.
Cuando íbamos a la casa de mi abuelita Toña (Antonia Martínez de Crespo), ella nos daba tacos de queso que ella cocinaba con mis tías. También eran muy trabajadoras. Además de los quehaceres del hogar, eran modistas. Tejían, bordaban, y daban Catecismo. Organizaban la Posadas, el ofrecimiento de flores y otros eventos religiosos.
El 15 de agosto de 1955 toda la familia abandonamos el Rancho. Yo creo que para mis papás fue muy difícil tomar esta decisión para que nosotros pudiéramos continuar estudiando y para que uno de mis hermanos (que ya tenía cuatro años de estar enfermo con fiebre de Malta) pudiera recibir mejor atención médica.
Yo extrañaba muchísimo el Rancho. Cada vez que venían los hermanos(as) de mi mamá a la ciudad me quedaba llorando porque no me iba con ellos. La primaria la terminé en la Escuela La Corregidora. Al estar en la ciudad todo era diferente. Cursé la escuela secundaria y la escuela Normal. Terminé en 1964. Fui a la Preparatoria del Estado. Era de muy buen prestigio académico pero la mayoría de mis maestros eran masones.
Desde que llegamos a Ciudad Victoria todos los días pasábamos por la casa de mi abuelita Toña. Ahí era el punto de reunión. Los hermanitos más pequeños nos esperaban ahí al salir de la escuela. Dios permitió que la casa de mis papás estuviera a tres cuadras de la casa de la Madre Isabel y eso hizo que nos fuéramos con ellos a la escuela y a la Iglesia. Los primeros días que llegamos del Rancho convivíamos más con ellos que con los otros primos de la familia.
Muy pronto empecé a participar en el Catecismo y en los grupos de Acción Católica en la Basílica de Nuestra Señora del Refugio con los grupos de niñas. Para mí fue un apoyo muy grande el estar recibiendo mucha formación en la Iglesia porque los sacerdotes me prestaban libros de Apologética o del tema que necesitara para defenderme del ataque que recibía en la escuela. Mis maestros decían que Dios no existía, que la religión era para gente ignorante, que los indios habían pintado a la Virgen de Guadalupe y muchísimas cosas más en contra de los dogmas Católicos. También me ayudaba el poder compartir las dudas con mis papás, sobre todo con mi papá. Él era autodidacta. Sabía mucho. Leía. Se preparaba constantemente.
Me tocó hacer la Normal un año en el mismo edificio en donde hice la Secundaria, que ahora es la Casa del Arte, y me tocó estrenar la Benemérita Escuela Normal Federalizada que se construyó en la loma. Allá terminé dos años más y salí en 1964.
Me tocó trabajar en el Estado de Nuevo León. Los dos primeros años en el Ejido Santa Gertrudis, Municipio Dr. Arroyo, Nuevo León, y el tercero en el Ejido San Francisco del Yugo, Nuevo León. Para mí fue muy difícil estar fuera de la casa a los 19 años, sola, con gente extraña, con otra forma de vivir y de pensar que, aunque era buena, no era mi familia. Eso me hizo refugiarme en el Señor y en María. Los fines de semana aprovechaba para dar Catecismo con miedo de que me llamaran la atención, pues la educación era laica y no debía hablar de Dios aún afuera de la escuela. Yo preparaba a mis alumnos que necesitaban hacer la Primera Comunión y luego llamaba a los sacerdotes de Dr. Arroyo y ellos iban al Ejido. Así los niños y adultos podían recibir los Sacramentos.
Cuando llegué a Dr. Arroyo, busqué los grupos de Acción Católica de la Juventud Católica Femenina Mexicana. Me integré a ellos y me hospedaba en la casa de la presidenta.
En el año escolar 1967-68 me dieron cambio de escuela a Tamaulipas, y me tocó trabajar en el Ejido Liberación del Campesino en el Municipio de Río Bravo. Ahí también tuve la oportunidad de convivir más con mi prima Vicky, la maestra Virginia Crespo Ruiz -su nombre de pila, ahora la Madre Isabel-. Los primeros años nos asistíamos con la misma familia aunque yo trabajaba afuera de la cabecera del Municipio. Tanto en Dr. Arroyo como en Río Bravo, me acompañó mi madrina Jacoba Martínez Dávila, hermana de mi mamá, durante los primeros meses de trabajo. Para mí era mucho apoyo saber que estaba alguien de mi familia. Ya no me sentía tan sola y con pura gente extraña.
También en Río Bravo me integré a los grupos de la J.C.F.M. aunque ya no participaba tanto con ellos pues los fines de semana aprovechaba para ir a ver a mi familia, ya que estaba más cerca de ellos. También iba de compras a los Estados Unidos.
En el año 1978-79 me cambiaron a la Escuela Miguel Hidalgo en la Brecha 128, Poblado La Soledad. De ahí a la Colonia Morelos de Río Bravo. Después al Ejido Primero de Mayo y en la noche trabajaba con los adultos en la Escuela Benito Juárez. Fueron experiencias muy bonitas aunque seguía extrañando el ambiente familiar y cristiano, pues mis compañeros eran en su mayoría masones y seguían atacando mi religión.
Continuaba asistiendo a Misa los domingos pero ya no participaba en los grupos de Acción Católica y Catequesis pues viajaba con mi familia los fines de semana. Esto hizo que mi relación con Dios ya no fuera tan profunda. Sentía un vacío en mi corazón, aunque me divertía en las fiestas, me paseaba, me superaba tratando de saber más. En ese tiempo estudié la Preparatoria en Río Bravo. Luego en los veranos hice la Licenciatura en Lengua y Literatura en la Normal Superior en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Entré a la Universidad Pedagógica pero no me sentía feliz. Trabajé nueve años en Río Bravo y en 1976 me vine a trabajar a la Escuela Agropecuaria E.T.A. 130 en Santa Engracia con las horas de Español en los grupos de primero a tercero.
En la Semana Santa de 1976 Dios me permitió tener un retiro espiritual en el Colegio Escandón con los jóvenes de Jornadas de Vida Cristiana. Para mí fue un reencontrarme con mi hermano, amigo, maestro Jesús, que siempre me ha acompañado en todo mi peregrinar pues nadie como Él conoce mi vida y ha estado presente en todos los acontecimientos. En esa Cuaresma yo sentía mucha necesidad de los retiros de una semana que tenía en la J.C.F.M. y que por mi trabajo ya no podía realizar.
En Semana Santa de 1977, la Madre Isabel ya estaba en San Luis Potosí y me invitó a un retiro que se iba a realizar. Yo ya había tomado mi Curso de Iniciación el 26 de febrero de 1977, pero en ese retiro tuve un fuerte encuentro con un Dios vivo. Ahí, en El Terremoto (la casa de retiros del seminario de San Luis Potosí, cerca de Río Verde), realmente Dios me llamó a través de una profecía a dejarlo todo, pero yo no creía en eso así que no le dí mucha importancia. Pero Dios que es fiel me siguió esperando y llamando. Yo decía: «¿Qué caso tiene irse a San Luis Potosí si aquí en Ciudad Victoria hacen falta muchas personas consagradas que evangelicen?»
En el retiro del Terremoto el Señor me había dado la cita de Is 55,8-11: «Porque mis pensamientos no son tus pensamientos, ni mis caminos son tus caminos…»
El 28 de diciembre de 1977, el Señor me llamó fuertemente con la cita de Hch 1,26 y Ap 3,14-22. Por medio de un hermano, Dios me recordó que me estaba llamando y me dijo: «¿Quieres que eche un volado?» y yo le dije: «No, con el Señor no se vale», y me sacó la cita de Hch 1,26.
Al día siguiente, en mi oración personal, Dios me decía por medio de su Palabra que me estaba llamando. Yo creía que con lo que hacía era suficiente, pues participaba en los grupos de Jornadas de Vida Cristiana, Renovación Carismática y en los grupos Bíblicos. Yo tenía mucha sed de Dios. Nada más terminaba de dar clases, y todo el tiempo era para Él. Pero me di cuenta de que el Señor me quería de tiempo completo, no lo que yo le estaba dando.
Fue muy difícil. No contaba con el apoyo de mi familia y pensaba que me iba a morir de hambre sin mi trabajo de 14 años como maestra, pues no sabía hacer otra cosa. Pero para la Gloria de Dios, ahora soy muy feliz como Discípula de Jesús. Estoy muy agradecida y no sé «cómo pagarle al Señor todo el bien que me ha hecho» (Sal 116). Yo pensaba que este llamado no era para mí, como lo había sido para muchas santas. Creía que ya se nacía con aureola desde niña, como Santa Teresita.
El único que me apoyaba en esta decisión era el Señor Obispo de Ciudad Victoria Don Alfonso Hinojosa. Lo que me ayudaba era la Misa diaria, el Rosario, ayunos, oración personal, asistir a los grupos, alimentarme de su Palabra.
Llegué a San Luis Potosí, S.L.P., el 14 de febrero de 1978. Al llegar allá fueron tiempos de mucha evangelización con niños, jóvenes, estudiantes y adultos en las calles, plazas, colegios, etc. Era un celo muy fuerte por extender el Reino de los Cielos. El 26 de enero de 1979, el Señor llamó a mi papá a su presencia. Fue un tiempo muy difícil para la familia. Mi mamá me pedía llorando que regresara a casa porque me necesitaban. Con mucho dolor en mi corazón le dije: «Mamá, lo que pude ayudarles ya lo hice. Ahora mi apoyo es espiritual». Por ser la segunda de la familia, me sentía responsable de la formación de mis hermanos(as) más chicos. Pero Dios es fiel. Ellos siguen adelante.
De 1978 a 1980 estuve apoyando en los grupos de Renovación en Ciudad Victoria, ya estando en San Luis Potosí, pues nos pidieron que les ayudáramos. De 1980 a 1993 estuve nuevamente en la Comunidad Nueva Alianza que apenas iniciaba en el sector Centro y luego en el Sur. Estuve encargada de niños, grupo de señoras solas en el sector sur, matrimonios, grupos de jóvenes y también con los profesionistas en el Centro. Con ellas tenía casa de formación. Esta casa estaba en la Parroquia de Tequis. En ese tiempo, solamente estábamos la Madre Isabel y yo con otro grupo de estudiantes y profesionistas cerca del Santuario, que era nuestro lugar de reunión. Nos identificábamos como laicos, sirviendo a Dios de tiempo completo. Nuestra Hermandad no era aún un Instituto Religioso.
En 1986, la Madre Isabel y yo hicimos la Alianza Solemne con la Hermandad Discípulas de Jesús y la Comunidad Nueva Alianza de San Luis Potosí. Por temporadas estaban unos hermanos pero no perseveraban. Del grupo de jóvenes del Sur, Dios permitió que ingresaran varias hermanas: Margarita Hernández, Angélica Chávez, Carmelita Arriaga y Juana María. Cuando llegó el Señor Arzobispo Emérito Don Arturo Szymanski Ramírez, le pidió al Padre Pablo, nuestro Fundador, las Constituciones, y como lo que vivíamos era de religiosas, en 1993 nos llegó la primera aprobación como Asociación Pública de Fieles.
En diciembre de 1992, hicimos un retiro en la casa de retiros de Ciudad Victoria, las Discípulas de Jesús y el Señor le hacían sentir a la hermana María Guadalupe que iba a bendecir esta Diócesis pero que nos comprometiéramos a ayudar. Desde 1993 nos vinimos a un Rancho que nos prestaron, La Negra, en el Km. 219, carretera a Ciudad Mante. Estuvimos ahí seis años. Se fue formando la comunidad Victoria de Cristo. Ahora atendemos más grupos en el Santuario de Guadalupe, Iglesia El Buen Pastor, Capilla de María Reina así como en varios ejidos y colonias. También servimos en la Parroquia de San Judas Tadeo y en Catedral. En Ciudad Victoria el Señor Obispo Fray Raymundo López Mateos (+) nos invitó desde 1993 a poner una casa de formación. También en Ciudad Victoria ha estado el Noviciado II y el Juniorado.
Con todo este trabajo, siempre nos hemos sentido muy apoyadas por el Señor Obispo Don Antonio González Sánchez y los sacerdotes de esta Diócesis. Por un tiempo, con otras hermanas apoyamos en la casa de retiros. Por temporadas me ha tocado estar al frente de las hermanas. Son muy santas y tratamos de irlas formando.
El 12 de junio de 1999, nos dieron la aprobación como Instituto Religioso Diocesano de Vida Consagrada. La Misa fue en la Catedral de San Luis Potosí. Hicimos nuestros votos públicos como Hermandad. Estuvieron presentes los señores arzobispos Don Arturo Szymanski Ramírez y Don Luis Morales Reyes. Después, en la Catedral de Ciudad Victoria el 15 de octubre, el señor Obispo Don Antonio González Sánchez nos celebró una Misa de acción de gracias por la aprobación, ya que muchos familiares y amigos no nos pudieron acompañar en San Luis Potosí.
Como la Casa General está en San Luis Potosí (y por la aprobación que ya se nos dio), la Madre Isabel regresó a San Luis Potosí. Yo me quedé al frente de las hermanas en Ciudad Victoria. El año 2000 fue un año muy bonito lleno de fiestas y actividades por ser el Año Santo del Jubileo. Dios me permitió terminar en junio del 2001 un diplomado en el Colegio Escandón La Salle sobre educadores en la fe. Duró dos años y fue una experiencia muy buena con clases muy importantes.
También en este año el Señor me regaló un viaje a Medjugorje y a Roma. Pude estar en dos audiencias con el Papa San Juan Pablo II. Estuve tres días en Roma y más tiempo en Madrid.
Todavía estoy apoyando a las comunidades Católicas Carismáticas de Ciudad Victoria y a todas las hermanas de esta ciudad. Todo esto para la gloria de Dios.
DATOS BIOGRÁFICOS
Nací el 16 de julio de 1944 en el Rancho El Refugio Mayor (El Nogal) Municipio de Villa de Casas, Tamaulipas, México. Mis padres se llaman Melesio Crespo Martínez (+) y María del Refugio Martínez Dávila de Crespo. Soy la segunda de once hermanos, seis mujeres y cinco hombres: María Eloísa, yo, Melesio, Alfonso, María Atala, Agapito, Alejandro, María del Refugio, Francisco, María Guadalupe y María Antonia.
Me bautizó el señor cura Isaías García en la capilla del Rancho San José del Verde, Municipio de Villa de Casas, Tamaulipas, México. Ahí mismo recibí mi Primera Comunión en mayo de 1951 y en Ciudad Victoria, el día 16 de noviembre de 1954, fui confirmada por el Excelentísimo Señor Obispo Serafín María Armora y González en la Basílica de Nuestra Señora del Refugio. Mi papá era del Rancho San José del Verde y mi mamá de El Nogal. Yo nací en El Nogal pero sólo duramos viviendo ahí unos tres años. Después nos regresamos al Rancho El Verde.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!