Me impresionó mucho saber que Dios me amaba, y esta frase quedó muy grabada en mi corazón…
María Angélica Chávez Lira
Tuve la dicha de conocer desde muy chica los grupos de la Renovación Carismática. A los 13 años hice mi Curso de Evangelización. Me impresionó mucho saber que Dios me amaba y esta frase quedó muy grabada en mi corazón. El grupo al que yo asistía era de pura gente adulta. Después conocí a Rubén Isidro y a Pancho López. Mago Chagoya fue nuestra encargada. Después conocí a Lupita Razo y María Guadalupe Navarro Silos. Les decíamos «las Lupitas». Nos daban clases de Biblia y del Carácter de la Mujer Cristiana.
En 1980 nombraron a la Madre Carmen servidora del grupo de jóvenes del Sector Sur de la Comunidad Nueva Alianza. Ella y María Guadalupe me formaron mucho. Dios no se equivoca pues desde que conocí a la Madre Carmen me movió mucho el corazón. Ella me puso a hacer una obra basada toda en el Cantar de los Cantares y siento que Dios me llamó a partir de ese momento. Fue muy difícil tomar la decisión de consagrarme al Señor.
En 1988 entré a casa de formación. Ahí conocí a la Madre Isabel quien me impactó mucho pues es una gran mujer de Dios. Ella me invitó a quedarme pero yo estaba indecisa, pues quería casarme. Recuerdo que le dije a la Madre Isabel: «Y si Dios vuelve a llamarme, ¿me podrá recibir?» Ella me contestó: «Sí, pero para toda la vida. Si no, no vengas». Me fui a mi casa y recuerdo que este tiempo fue muy difícil pues extrañaba mucho a la Hermandad. Soñaba mucho y eso no me dejaba dormir. Eran noches enteras que me pasaba pensando: «¡Me caso! ¡No! Mejor me consagro…» Después me enteré que la Madre Carmen se la pasaba orando por mí, diciendo: «¡Señor, no la dejes dormir!» Por fin le dije sí al Señor, pero la Madre Isabel me tenía que invitar. Esa fue la señal que le pedí a Dios.
Cierto día en el grupo del Sector Sur, que era donde yo participaba, se enfermó la Madre Carmen. La Madre Isabel fue en su lugar a poner la Sacristía pues íbamos a tener Misa. Cuando terminó la Eucaristía, tuvimos grupos de reflexión y yo estaba en uno de ellos. La Madre Isabel se acercó y me dijo: «¡Te invito a mi casa!» y yo le contesté: «¿A comer?» «No, a quedarte para siempre con nosotras». Casi me desmayo y le dije: «Después voy a hablar con usted». Ella sonrió y se marchó.
La semillita se quedó ahí. El siguiente paso fue renunciar. Fue duro. Me di cuenta de que tenía mis ídolos. Uno era mi trabajo y el otro era mi pelo largo que me lo tenía que cortar. También mis padres y hermanos me detenían, pues pasábamos una situación económica muy dura. Cuando hablé con ellos no me dejaron irme. Mi papá, Don Fortino, que era trailero, me dijo: «Hija, no te vayas. Quédate este año y el otro te vas». Yo ya estaba decidida y le dije en fe: «Es que yo voy a hacer mi Alianza con Dios y me están esperando. No me puedo quedar».
Se enojó mucho y dijo: «¡Lárguese! La puerta está muy ancha. ¡No le vuelvo a pedir un favor ni a usted, ni a su Dios!» y no me volvió a decir nada. Me dolió mucho pero yo confiaba en que Dios los iba a cuidar y así fue. Él hizo milagros en mi hogar. No me querían llevar pues todos estaban enojados conmigo. La única que se apiadó fue Tere. ¡Bueno! Me dejó en la puerta de la casa de San Miguel porque las hermanas no estaban. Andaban en Misa y se fue enojada. Era el 9 de abril de 1989.
Dios en todo momento me fortaleció. Gracias a Él llegaron las hermanas Carmen Crespo, Rosita, Clara y algunas otras y me recibieron con mucha alegría. Se me olvidó todo lo que había pasado en mi casa y cada vez que mi papá tomaba decía: «A esas yo les voy a echar mi trailer y voy a sacar a mi hija de esa casa». Nunca lo hizo, y llegó a amar mucho a la Hermandad y se gozaba cuando las hermanas iban a visitarlo.
El Señor tuvo mucha misericordia conmigo. Cuando fuimos a la casa de San José donde estaba la Madre Isabel, estaban midiendo a las hermanas para hacerles un vestido blanco que era el que usarían para las Alianzas de Postulantes. La Madre Isabel le dijo a la señora: «¿Quedará tela para esta niña que acaba de entrar?» ¡Cuál fue mi gran sorpresa cuando la señora dijo que quedaba tela para un vestido más y la Madre Isabel dijo: «Hágaselo, le vamos a dar su Alianza de Postulante»! Ahí constaté lo que Dios había puesto en mi corazón de entrar a la Hermandad, pues me iban a dar mi Alianza de Postulante y después todas las demás Alianzas. De verdad que Dios estaba muy enamorado de mí. Claro, como yo también de Él.
Por fín, después de cuatro años de formación, hice mis Votos Perpetuos el 4 de agosto de 1992.
¡Soy muy feliz en esta nueva obra que Dios ha suscitado en su Iglesia, el Instituto de Vida Consagrada Discípulas de Jesús, con grandes mujeres que han formado mi vida!
Me siento agradecida con la Madre Isabel por ser un instrumento fuerte de Dios y por dejarse usar por Él para encauzar mi vocación. También le agradezco al Señor por la Madre Carmen y María Guadalupe porque han formado en mí a una mujer enamorada, llena de fe y confianza en Dios. ¡Dios las bendiga y llene esta Hermandad de mujeres santas como ellas!
DATOS BIOGRÁFICOS
Nací en la Ciudad de León, Guanajuato, el 21 de abril de 1963. A los tres meses de nacida nos fuimos a vivir a San Luis Potosí, por eso soy más Potosina que de León. A la semana de nacida fui bautizada en la Parroquia de San Francisco en León. A los 7 años, hice mi Primera Comunión. A los 15 años, fui confirmada. Terminé la Preparatoria y un curso intensivo de Secretariado.
Mis padres son Don Fortino Chávez Martínez (+) y Eustolia Lira de Chávez (+). Somos 14 hijos. Soy la número 7. Fui muy feliz en mi hogar.
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