Él sanó cada herida de mi corazón, me devolvió la alegría…
Zelizeth López Romero
Hola, mi nombre es Zelizeth, tengo 24 años, soy del Estado de México y hace un año viví mi retiro vocacional con las Discípulas de Jesús.
Todo comenzó en septiembre del 2015, en el encuentro de servidores de la RCCES en Aguascalientes. Pasaba por momentos muy difíciles en mi vida sentimental, recuerdo que estaba llena de lágrimas saliendo de estar con el Santísimo, cuando una hermana de las Discípulas se acercó para hacerme una pregunta que lo cambio todo: «¿Le has preguntado al Señor qué quiere en tu vida?» Me detuve a pensar qué pasaba, pues le contesté que NO, nunca había pensado qué quería Él, solo había pensado en lo que yo necesitaba. Me comenzaron a explicar sobre vivir un “Retiro vocacional” en Semana Santa, pero era en San Luis Potosí. Ne motivó el hecho de pensar que sería en Semana Santa (pues para mí esas fechas son muy tristes y en Semana Santa desde que tenía 4 años lloraba mucho por toda la Pasión que Nuestro Señor vivió)… Pues solo se quedó en un “veremos”.
Llegando la fecha próxima tuve algunos inconvenientes económicos para poder asistir al retiro, pero seguía firme en mi fe de que tenía que estar con Él. Cabe mencionar que yo no sabía qué era un “retiro vocacional”, pero a toda la gente que le contaba se asombraban, yo solo sé que quería vivir una Semana Santa diferente.
Al llegar el domingo, día de ingreso al retiro, me sentía confundida, con miedo, sola porque mi familia no le daba la misma importancia que yo a este retiro, hasta cierto punto eran indiferentes. El único apoyo que tuve fue el de mi hermana, que no tenía la palabra clave pero un abrazo de ella lo dijo todo. Mi papá no se despidió de mí porque preferí vivir mi retiro a irme con ellos de vacaciones. Antes de subir al autobús llamé a mi mejor amiga para contarle lo que me estaba pasando y cómo me sentía. Sin duda ella fue un instrumento del Señor pues me dio mucho ánimos para subirme y vivir esta experiencia. Todo el camino rumbo a San Luis iba llorando, cuestionándome a mí misma si esto era lo mejor…
Cuando toqué el timbre de la casa de las Discípulas se abrieron las puertas y unas bellas hermanas comenzaron a cantar y a sonreír. Recuerdo que había un crucifijo del lado izquierdo, lo miré y sentía cómo me abrazaba y me decía: «Este es tu lugar… ¡PREPÁRATE!»
Lo vivido ahí dentro fue precioso, extraordinario, ningún retiro antes vivido se compara con este. Estuve con el Señor de una manera única, Él sanó cada herida de mi corazón, me devolvió la alegría, fue la plenitud en toda la palabra… Conviví con 11 jovencitas que, al igual que yo, íbamos dispuestas a entregar nuestra vida a Él. Desde el primer día que hablamos todas, sentimos un amor tan grande… No pasó mucho para compartir grandes secretos que a veces ni nuestros mejores amigos sabían, una fraternidad única.
Algo que el Señor me dijo en ese vocacional fue que Él no se había equivocado en que yo fuera mujer, pues durante mucho tiempo renegué por ser mujer y no hombre, pensando que un hombre “todo lo puede y no sufre”. Pero el Señor me amó y me dijo: «Aquí estás mi bella mujer, mi delicada flor, te amo y te amaré hasta la eternidad». Yo era muy feminista, creyendo que todo lo podía, pero entendí que el matrimonio es algo único y que debo apoyar a mi amado hasta el final pues en el matrimonio somos 1 solo.
Me sentí tan halagada de que el Señor me pretendiera a mí, una simple mundana… Comprendí que si el Creador del cielo, la tierra, el mar, las flores, luchaba por mí ¿por qué sufrir por un mundano? ¿Por qué no valorarme como mujer? Entendí también que mi familia era lo más importante
Estar esos días en oración intensa, escuchando su voz fue lo más hermoso. Al llegar a casa me sentía plena y feliz. Cabe mencionar que salí siendo novia de nuestro Señor por 3 meses, durante los cuales Él me mostró su amor y su fidelidad como un gran amado. Ha sido el mejor novio que he tenido. Fueron 3 meses de llanto, dudas, miedo por dejarlo todo para seguirle, pero sobre todo de valentía, la valentía de ¡SEGUIR A CRISTO!, de sentirme amada… ¡su misericordia es tan grande! Algo que me queda claro es que Él es un caballero y no te obliga a nada, respeta cada una de tus decisiones, de nosotros depende todo.
Al pasar el tiempo comprendí que una vocación se anhela, se sueña, se siente. Mi llamado es el AMOR, adonde quiera que vaya proclamaré su Nombre. ¡Le agradezco tanto haberme llamado a esta experiencia! pues desde aquellos días ya nada fue igual, me regaló una vida nueva, un nuevo comienzo, una familia, LAS DISÍPULAS DE JESÚS, hermanas para siempre.
A todas las jóvenes las invito a vivir esta experiencia. A veces tenemos tantos sueños y anhelos, pero nunca se los entregamos al Señor, no dejamos que nuestro Señor sea quien tome las decisiones en nuestra vida, no nos tomamos un tiempo para preguntarle: «¿Qué es lo mejor para mí, Señor?» Y créanme, si le entregas tu vida entera Él la cuidará, cuidará tu corazón y te ayudará a caminar para la santidad, pues nuestra meta es el cielo…
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Hola zelizeth.. Me iluminó tu testimonio….me encantaría tener tu edad para experimentar unas palabras de mi Dios …. Me ha sido tan difícil encontrar a alguien que me pueda ayudar….ya que mi edad parece un impedimento… Pero que puedo hacer Dios…..
Ánimo Silvia !!! El Señor es fiel y nunca se deja vencer en generosidad. Búscalo con sinceridad y verás como Él se deja encontrar por ti… Dios te bendiga !!!!