Me di cuenta de que ni el éxito, ni la fama, ni las riquezas, ni ninguna persona me iba a dar lo que mi alma anhelaba…
Jahtzeel Montserrat Manzano Moreno
Mi nombre es Jahtzeel Montserrat Manzano Moreno, tengo 20 años y soy originaria de San Luis Potosí, S.L.P. Y al igual que el llamado de Mateo, el mío comienza con una tierna y amorosa mirada de Jesús a mi vida. Así como Jesús no vio en Mateo su ocupación ni puso atención a sus pecados, así tampoco se fijó en mis faltas ni puso su mirada en lo que poseía o hacía, sino que, en mi humanidad, por su amor, «me llamó de las tinieblas a su luz admirable» y yo me levanté y lo seguí.
Este llamado es como una semilla que ha estado en mí corazón desde siempre y que poco a poco ha ido creciendo hasta dar su primer brote.
Mi vida transcurría como la de cualquier joven: con sueños, con metas, con ilusiones, con planes y proyectos, ansiando descubrir su lugar en este mundo. Un día, entre interrogantes e incertidumbres, el Señor habló a mi corazón y puso en él estas palabras: «Porque no has venido a ser felicidad del hombre sino a guiarle hacia ella». Encontré entonces todo lo que buscaba, esta frase abrió mis ojos y pude ver en ella MI LLAMADO. Me di cuenta de que ni el éxito, ni la fama, ni las riquezas, ni ninguna persona me iba a dar lo que mi alma anhelaba: LA PLENITUD, que, al responder al llamado de Señor, inundó mi vida.
«Y ahora, ¿qué sigue?», me pregunté, y sobrevino un tiempo de toma de decisiones, de enfrentar dudas, temores y toda clase de retos, pero valía la pena darlo todo por aquel que dio todo por mí.
El Señor ha sido muy bueno conmigo y creó un lugar especial para mí, un lugar donde servirle, amarle, alabarle, adorarle, un lugar para vivir solo para Él haciendo su voluntad y consagrando mi vida a Él para siempre: esta bendita Hermandad Discípulas de Jesús.
¿Cómo es que llegué aquí? Simplemente me dejé conducir por el Señor. Me guió a un encuentro con algo desconocido que resultó ser tan familiar para mí pues, sin provenir de comunidades carismáticas ni tener relación alguna con las Discípulas de Jesús dio a mi vida un giro y cambió su rumbo en dirección a esta obra; y agradezco a Dios por haberlo hecho, por haberme creado para ser Discípula de Jesús.
Este es un llamado real y nadie dijo que sería fácil responder a él pues implica ir por el camino estrecho en el que hay piedras y espinas que causan tropiezos y dolores, por el camino que exige renuncia, que exige morir a ti mismo cada día, por el camino en el que caes y te levantas más de una vez; pero es también un camino que da vida, que da plenitud y gozo, que da esperanza aun en medio de la tribulación y que está lleno de amor y fraternidad, un camino en el que llevar la cruz de Señor te llena de alegría y virtud.
Este es el camino que lleva a la vida eterna y cada día doy un paso en él esperando llegar al final.
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