Para mí Dios era un Dios que solo estaba en la Iglesia o en la Hostia. Me imaginaba que necesitaba abrir el cielo para verlo… Hasta que conocí a un Dios vivo, cercano, real…
Olga Estrella Rivera Reyna
Desde muy niña me gustaban mucho las cosas de Dios, sobre todo el Catecismo. A los seis años hice mi Primera Comunión y después pedí que me dejaran dar clases de Catecismo. Me gustaba mucho dar clases a los niños como yo y enseñar a algunos más grandes a persignarse. Desde entonces sentí que me llenaban las cosas de Dios. Pero para mí Dios era un Dios que solo estaba en la Iglesia en la Hostia. Me imaginaba que necesitaba abrir el cielo para verlo. Era para mí un Dios bueno pero lejano, inalcanzable, y así fui creciendo con esa idea. Solo recuerdo que nunca faltaba a Misa los domingos. El día que por alguna causa no iba me sentía muy mal.
La mejor experiencia en mi vida ha sido conocer a un Dios vivo, cercano, real. En el año de 1985 una tía (Tía Anita) nos llevó a todos los sobrinos al Catecismo en la calle Arista 810 en San Luis Potosí. Solo nos dijo que ahí nos iban a enseñar a cantar y a platicar con Dios. Desde el primer día que fui me gustó mucho. Ahí recibí mi Curso de Evangelización en la Renovación Carismática. La Madre Carmela era la encargada general del Catecismo. En el curso lo que más me gustó fue cuando me hablaron del amor de Dios. Me sentí muy amada por Dios, como nunca lo había sentido, y seguimos yendo. Al poco tiempo unos primos ya no quisieron ir. Luego íbamos solo mis hermanas y yo y al final solo iba yo. Me gustaba ir a las Misas que hacían los domingos, aunque iba sola. Salía como nueva, llena de Dios. Me gustaban todas esas reuniones. Siempre que entraba al local de Arista lo sentía como si fuera mi casa. Era muy bonito. Toda mi adolescencia la viví en medio de mucha gente que amaba a Dios y lo conocía y hablaba de Él con mucha naturalidad y sencillez. En mí se iba formando un deseo muy grande de amar a Dios y serle fiel. Después de esto, platicaba en la calle con Dios, cantaba, oraba… ¡Claro que en silencio!
Para mí todo era Jesús. Cuando cumplí los 15 años, como toda joven me empecé a interesar por los muchachos, y a esa edad tuve mi primer novio. Aunque yo tenía novio, nunca perdí de vista el amor que Dios me tenía. Yo recuerdo que siempre estuvo en mi corazón un deseo muy grande de PERMANECER EN DIOS COSTARA LO QUE COSTARA. Era mi súplica de día y de noche: «Señor, no dejes que me separe de Ti. Quita todo lo que no me lleve a Ti. Nunca te quiero perder».
A los cinco años de noviazgo me di cuenta de que esa relación no me llenaba de Dios y decidí, por la gracia de Dios, dejarlo. Yo no sentía el llamado a la vida religiosa. Simplemente no quería que nadie me apartara de Dios. Después, solo me dediqué a estudiar el CBTIS y a servir en la Comunidad. Fui miembro de la Comunidad Nueva Alianza por seis años. En el año 1994, que terminé el CBTIS, empecé a sentir el llamado a la vida religiosa por el testimonio de las hermanas que participaban en la Comunidad: las Discípulas de Jesús. Pero a la vez sentía que eso no era para mí. Era demasiado alto para mí. El Señor me seguía hablando.
En una ocasión fueron las hermanas Discípulas a hacerme una invitación para asistir a unas pláticas vocacionales. Desde que empezaron a hablar hasta que salieron, sentía que el corazón se me quería salir. Eso era lo que yo quería vivir, pero pedía al Señor que al salir del CBTIS me permitiera trabajar un año. Y así fue. Mi primer trabajo lo tuve del 5 de septiembre de 1994 al 22 de julio de 1995 y entré a la Hermandad Discípulas de Jesús el 21 de agosto de 1995. ¿A qué? No sabía. De lo único que estaba convencida es de que era para siempre. El Señor me estaba llamando y me estaba dando la gracia de responder.
Cada día le doy gracias a Dios por el llamado que me hizo, creo que si volviera a nacer sería otra vez consagrada Discípula de Jesús. El Señor me regaló algo superior a ganarse la lotería. Él vino a llenar en mí todo lo que nadie pudo llenar. Solo le pido su gracia y su bendición para ser fiel en el llamado que me ha hecho, y ahora soy Discípula de Jesús con el deseo de serlo para siempre, hasta que me muera. Le pido a Dios la gracia de serle fiel por siempre. Amén. ¡Gloria a Dios!
DATOS BIOGRÁFICOS
Nací en San Luis Potosí, S.L.P. Hice mis Votos Perpetuos el 8 de diciembre del 2001 en el Instituto de Vida Consagrada Discípulas de Jesús por petición de la Madre Isabel como un regalo en sus 25 años de Vida Consagrada.
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