Siete pasos para descubrir tu vocación

Siete pasos para descubrir tu vocación

Uno de los grandes retos al que cada joven debe hacer frente es el de encontrar su lugar en la sociedad y en la Iglesia: descubrir la propia vocación.

¿Qué es esta inquietud que siento por dentro? ¿Por qué nada me satisface? ¿Qué es lo que Dios quiere de mí? ¿Para qué fui pensado por Dios? ¿Cómo hago para descubrirlo? Si te has hecho alguna de estas preguntas… ¡este post es para ti!

En este tema describiremos el proceso por medio del cual se puede llegar a discernir el llamado de Dios. Enumeraremos siete pasos que te ayudarán a descubrir el proyecto de Dios en tu vida.

Vale aclarar que aunque nos referiremos directamente a las vocaciones consagradas, estos siete pasos son perfectamente aplicables a la elección de cualquier estado de vida.

Primer paso: Oración

“¿Qué debo hacer, Señor?” (Hch 22,10).

En primer lugar debes tener en cuenta que la vocación no es solo lo que tú quieres ser y hacer, sino ante todo lo que Dios quiere que tú seas y hagas; no es algo que tú inventas, es algo que encuentras; no es el proyecto que tú tienes sobre ti mismo, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y que tú debes realizar.

¿Qué debo hacer, Señor?

Por eso, para descubrir tu vocación lo primero que debes hacer es dialogar con Dios: ORAR. Solo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afina tu oído para que puedas escuchar. Esta fue la experiencia de Samuel: “Habla, que tu siervo escucha” (1Sam 3,10).

Solo en el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: “Ven y sígueme” (Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice: “Vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti” (Lc 8,38) a los que te rodean, a tu familia, a esa persona que Dios ha creado para ti.

Segundo paso: Percepción

“Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía…” (Jer 20,9).

Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti tienes que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Y esto requiere saber hacer silencio en torno a ti y en tu interior. El ruido te impedirá percibir.

Estar atento a todo: a tus deseos, miedos, inquietudes, proyectos. Escuchar a todos: a los que aprueban tu inquietud, a los que la critican. Dios se vale de diversos intermediarios para hacerte oír su voz. Escúchate a ti mismo: ¿A qué se inclina tu corazón? ¿Qué es lo que anhelas?

Aprende a mirar a los que te rodean: ¿Qué te está diciendo Dios a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su esperanza…? Escucha al Padre que, a través de la historia concreta de los hombres, te revela la manera en que quiere que colabores en la instauración del Reino.

Ve tu historia: ¿Cuáles son los acontecimientos más importantes de tu vida? ¿Cómo Dios ha estado presente o ausente en ella? ¿Quiénes han sido significativos para ti?

Contempla el futuro: ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrarte a Dios? ¿Al pensar en casarte? ¿No quieres casarte? Tienes sólo una vida; ¿a qué quieres dedicarla?

Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son signos de una verdadera vocación consagrada, o bien son manifestaciones de Dios que te quiere como laico y quiere que intensifiques tu vida cristiana.

Solo si aprendes a escuchar, a mirar y a estar atento, podrás descubrir los signos de la llamada de Dios. En este nivel podrás llegar a decir:

“Tal vez Dios me esté llamando…”

“Siento la inquietud de consagrarle mi vida…”

Tercer paso: Información

“Observad cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra: buena o mala, cómo son las ciudades que habitan: de tiendas o amuralladas, cómo es la tierra, fértil o estéril, con vegetación o sin ella…” (Nm 13,18-20).

Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No es suficiente querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas. Tal vez quiere que lo sirvas como sacerdote diocesano, o como miembro de una congregación religiosa, etc.

Informarte para descubrir tu vocación

Para descubrir el lugar en que Dios quiere que estés, es necesario que conozcas las diversas vocaciones. Por eso debes saber cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones y que veas por cuál de ellas te sientes atraído. También tienes que conocer cuál es su estilo de vida, es decir, la manera como viven en la práctica. No es lo mismo una congregación contemplativa que una de vida apostólica. Asimismo, debes tener un conocimiento de su misión en la Iglesia y por medio de cuáles actividades apostólicas pretenden realizarla: misiones, enseñanza, hospitales, dirección espiritual, promoción vocacional, predicación de ejercicios, medios de comunicación, etc.

Debes saber también quiénes son los principales destinatarios de su apostolado: jóvenes, sacerdotes, pobres, enfermos, niños, religiosos, etc.

Aunque ordinariamente, cuando se siente la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, bien vale la pena dedicar algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y otras. Aunque al final te decidieras por la que en el principio te inclinabas, el tiempo empleado en informarte no habrá sido desperdiciado. En este nivel podrás decir:

“Posiblemente Dios me está llamando a ingresar a esta congregación…”

Cuarto paso: Reflexión

“¿Quién de ustedes, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: Éste comenzó a edificar y no pudo terminar…” (Lc 14,28-30).

Debes reflexionar sobre lo que Dios quiere para ti

La vocación es una empresa demasiado grande… ¡y es para toda la vida! Por eso no te puedes lanzar a ella sin antes haber reflexionado seriamente y con la debida calma sobre ti y sobre la vocación que pretendes seguir.

Debes reflexionar sobre cuáles son tus capacidades y limitaciones: ¿Serás capaz de ser fiel a los compromisos que implica esa vocación? ¿En qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama? ¿Qué es lo que más temes de esa vocación? ¿Cuáles son las razones en favor y en contra que tienes para emprender ese camino? ¿Qué es lo que te atrae de ese estado de vida?

Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. Quiere que tú pongas en juego tu inteligencia, tu capacidad de reflexión y de juicio para que puedas encontrar tu vocación. Y te da la luz de su Espíritu para que descubras qué es lo que desea de ti.

No debes pretender tener en mano un contrato firmado por Dios en el que revela su plan sobre ti, y de esa manera poseer la evidencia de su llamado. ¡No! Nunca te dará tal documento. Lo que encontrarás serán signos que te indiquen cuál podría ser su voluntad y que deberás descifrar para así tener la certeza (mas no la “evidencia”) de su llamado. En este nivel llegarás a decir:

“Creo que Dios me llama…”

“Y creo que, con su ayuda, podré responder…”

Quinto paso: Decisión

“Te seguiré, vayas donde vayas…” (Lc 9,57).

Una vez que vayas descubriendo qué es lo que Dios quiere de ti, no te queda sino dar el paso, decir “sí”, decidirte a seguir a Jesús.

Tomar tal decisión es difícil. Ante la opción sentirás todos tus miedos, incertidumbres y limitaciones: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho…” (Jer 1,7). Sin embargo, a pesar de todas tus limitaciones, o mejor, con todas ellas, has de responder al Señor, como Isaías: “¡Aquí estoy, envíame!” (Is 6,8); debes decidirte como María: “Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho…” (Lc 1,38).

Llegar a tomar una decisión con la cual comprometerás toda tu vida no sólo es difícil, es una gracia. Por eso debes pedirle al Espíritu Santo esa capacidad de respuesta.

No afrontar la decisión equivale a dejar correr tu vida, desperdiciarla. Para iniciar el camino de la vocación, no esperes tener la evidencia de que Dios te llama; te debe bastar tener la certeza moral de su llamado. Es necesario querer seguir radicalmente a Jesucristo: “¡Sí, quiero seguirte…!” Tal vez tengas dudas sobre si llegarás al final, si podrás con las exigencias, etc.; pero de lo que no puedes dudar es de tu decisión; debes estar seguro de lo que tú quieres. En este nivel podrás decir:

“Quiero consagrar mi vida a Dios en el servicio de mis hermanos…”

Sexto paso: Acción

“Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron…” (Mt 4,21-22).

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron...

Finalmente, una vez decidido… ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo; lánzate incluso con miedo. La decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. Y no cedas a la tentación de diferir el ingreso: “Te seguiré, Señor. Pero déjame primero…” (Lc 9,59-61).

Con la decisión has comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. Y la única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Tienes que vivir en todo momento en coherencia con lo que has decidido; de ahora en adelante cada paso deberá ir dirigido hacia la meta.

¿Y cuando venga la dificultad? Entonces deberás perseverar. Recuerda que el camino emprendido es difícil. Hay que estar dispuesto a todo, pasar por lo que sea, enfrentar cualquier dificultad. Porque Jesús no te ofrece otra cosa: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame…” (Lc 9,23).

¡Ciertamente el sendero es arduo y pesado! Pero tienes en ti la fuerza del Espíritu Santo y María te acompaña e impulsa a recorrer el camino que Jesús ha trazado. Además, no se trata de cargar hoy la cruz de toda la vida, sino solamente la de hoy, y así cada día. En este nivel deberás de decir, como Pedro:

“Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido…” (Mt 10,28).

Séptimo paso: Dirección espiritual

“Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas…” (Hch 22,10).

En realidad, la dirección espiritual no es un paso más en el proceso de discernimiento de tu vocación; es un recurso que debe estar presente en cada uno de los pasos anteriores y toda tu vida. Dice la Palabra que para obtener un consejo recurras siempre “a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es como tu alma, y que si caes, sufrirá contigo…” (Eclo 37,12).

Necesitas que alguien te acompañe en tu discernimiento

Si bien es cierto que la vocación es una llamada que Dios te hace y que nadie puede escuchar por ti ni responder a ella en tu lugar, también es cierto que necesitas que alguien te acompañe en tu discernimiento y confirme la autenticidad de tu llamado. Porque es fácil hacerse ilusiones y creer que es llamada de Dios lo que en realidad es solo un deseo subjetivo.

Además, acudir al director espiritual es un acto de humildad, es asumir que no tienes el monopolio de la voluntad de Dios sobre ti, es aceptar la mediación de un hombre de Dios, representante de la Iglesia, para descubrir el plan que Dios tiene para ti. En el discernimiento de la voluntad de Dios sobre ti no puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.

El director espiritual te motivará a orar y a estar abierto a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará dónde obtener información y te ayudará a reflexionar. Él te dejará solo ante Dios para que libremente decidas tu vida. Te ayudará a que te prepares para ingresar en la institución formativa. Su oración y sacrificio por ti te alcanzarán del Espíritu Santo la luz para que descubras tu vocación y la fuerza para seguirla.

Concluyendo…

Discernir lo que Dios quiere de ti no es fácil, pero tampoco es algo imposible. Si con sinceridad y humildad te pones a buscar la voluntad de Dios y realizas los pasos que aquí te sugerimos podrás encontrarlo. Dios quiere revelarte su proyecto sobre ti. Recuerda que es Él el más interesado en que tú descubras y realices tu vocación. Porque su deseo es que tú seas feliz.

Te invitamos también a que descubras Tres cosas que no sabías sobre la vocación y que deberías conocer.

Y en esta edición del programa «VEN Y SÍGUEME» que las Discípulas de Jesús tuvimos en Nueva Alianza Radio hablamos precisamente de cómo descubrir la vocación. Te invitamos a verlo con atención porque puede aclararte muchas dudas con respecto a este tema:

Ora, acude al director espiritual, percibe, infórmate, reflexiona, decídete y actúa…

“JESÚS, FIJANDO EN ÉL SU MIRADA, LE AMÓ Y LE DIJO: UNA SOLA COSA TE FALTA: ANDA, VENDE TODO LO QUE TIENES, DÁSELO A LOS POBRES, Y LUEGO… ¡VEN Y SÍGUEME!”

(Mc 10,21-22)

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