Mujer… ¡El mundo está en peligro y te necesita!
No podemos negar que estamos en peligro. El mundo entero corre peligro, la humanidad parece estar llegando al límite de la locura. Lo vemos cada día al encender el televisor, al navegar por internet, al escuchar las noticias. Nos invaden la ideología del género, las leyes que en lugar de defender la vida atentan contra ella, el feminismo, la homosexualidad, el aborto, la eutanasia… La familia está en grave riesgo de extinción, el hombre juega a ser dios, la vida ya no vale nada… ¿En qué mundo estamos viviendo?
El rol de la mujer cristiana hoy

Evidentemente tenemos que hacer algo. Es urgente que actuemos. Pero ¿cuál es el rol de la mujer cristiana en el mundo de hoy? ¿Qué nos toca hacer? ¿Hay algo que sea propio de la mujer, que tú como mujer puedas aportar para levantar este mundo caído?
En estos tiempos, en los que corremos el grave peligro de que nuestro mundo se deshumanice, tú, mujer, que eres cristiana, que te llamas «hija de Dios», tienes el llamado de hacer que este mundo no se destruya. Estás llamada a detener su caída y la pérdida de valores en la que vivimos.
Nunca como ahora la mujer ha alcanzado tal poder, tal representatividad, tal libertad de expresar, de decir, de actuar. Por eso tienes la obligación de dar una respuesta a este mundo enfermo, de despertar para formar parte más activa, más operante de la Iglesia. Dios necesita tu respuesta y debes ser luz para este mundo que anda a oscuras. La Iglesia espera mucho de ti: eres la esperanza para la familia, para las nuevas generaciones, para la humanidad.
Mujer: esta es tu hora

Hace más de treinta años, nuestro querido San Juan Pablo II nos regalaba a todas las mujeres una Carta Apostólica que hoy sigue siendo tan actual como el primer día. Se trata de Mulieris Dignitatem, que vio la luz el 15 de agosto de 1988.
En ella, retomando el mensaje de Concilio Vaticano II a las Mujeres, nos decía:
«Llega la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga…» (MD nº 1).
Mujer: ¡escucha la voz de la Iglesia! ¡Responde a este llamado urgente, a esta necesidad! Debes ser consciente de esta gran responsabilidad, y como María atrévete a dar tu «sí» de manera libre y entusiasta a este llamado de la Iglesia. Reconoce que esta gran posibilidad de colaborar en la salvación y la redención del mundo es un regalo de Dios, y da un paso adelante.
Para eso necesitarás formarte, estudiar, leer. ¡Anímate, tú puedes hacerlo! Deberás ser una plaza fuerte de oración, de lucha en contra del enemigo. Prepárate también para este combate. Fórmate para formar a tus hijos, para guiar a tu familia. ¡El mundo entero está en tus manos, y Dios espera mucho de ti!
Reconoce tu dignidad

El libro del Génesis describe así la creación del hombre y la mujer: «Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó» (Gen 1,27).
Aquí se menciona que hombre y mujer fuimos creados en el mismo grado, «a imagen y semejanza de Dios». En esto consiste tu valor, tu dignidad: eres hija de Dios, su creación más perfecta, su impronta, su imagen, su semejanza… ¡Esto es maravilloso! Tú estás llamada a reflejar a Dios, este es tu gran valor, tu primera dignidad. (De esto ya hablamos un poco en otro artículo, que puedes leer si haces clic aquí).
Sin embargo esta dignidad -de la que también habla San Juan Pablo II en Mulieris Dignitatem- ha sido desdibujada por el pecado. Por eso necesita ser levantada, redimida, recuperada.
Actualmente hay muchas formas en que las mujeres están luchando por levantar su dignidad. Y en este intento por no permitir que la mujer sea reprimida, marginada o relegada se han buscado caminos muchas veces peligrosos, errados, llenos de confusión y de falsos criterios. Son caminos que, en lugar de llevarla a experimentar la verdadera libertad, la verdadera dignidad de su ser, la denigran, la empobrecen, la confunden, la desvirtúan.
No te dejes engañar por el feminismo

Uno de esos caminos errados es el falso feminismo actual, contrario a los verdaderos intereses, derechos y naturaleza de la mujer. Esta ideología degrada su papel. Por un lado la convierte en objeto de explotación económica, valorándola solo como productora o consumidora, y por otro en objeto de explotación sexual, minimizando su privilegiada capacidad de transmisora de vida y de valores.
En nombre de la igualdad, se la lleva a aceptar y desempeñar roles masculinos, con lo que se fuerza el abandono de su misión de centro del hogar y máxima protagonista de la vida afectiva del marido y de los hijos.
¿No parece demencial insistir en esta igualdad entre el hombre y de la mujer, cuando son tan evidentes sus diferencias psicológicas y físicas? Por supuesto, no debemos confundir esto con la igualdad de dignidad, de la que ya hablamos, y la que debe haber en el plano de los derechos.
Sin embargo hoy lo difícil, lo arriesgado, es atreverse a ver tales diferencias y señalarlas, advirtiendo que vivir como hombre es diferente a vivir como mujer, y que ser mujer trae consigo ciertas obligaciones que son específicas a nuestra condición.
Asume tu rol en la construcción del Reino

«Ha llegado la hora» de que tú, como mujer cristiana, tomes una parte más responsable en la construcción del Reino de Dios. ¿Cómo? Viviendo tu participación de manera muy activa en tu hogar, en tu comunidad, en la Iglesia. Siendo cada día más consciente de tu dignidad como mujer… ¡y como mujer de Dios!
Siéntete en verdad hija de Dios, sábete importante y necesaria en esta hora. Fórmate para dar respuesta a estas necesidades de la Iglesia y del mundo actual, de tu familia, de tus hijos.
Como mujer estás hecha para existir en reciprocidad con el varón, en cualquier vocación a la que hayas sido llamada. Estás llamada a vivir en comunión con la humanidad, estás llamada a la relación interpersonal.
Por todo esto es muy importante tu participación para que la humanidad no decaiga. Y no solo en la familia, sino también en la comunidad, en la Iglesia y en el mundo. Debes ser la «ayuda adecuada» que Dios te ha llamado a ser. De esta manera vivirás el proyecto que Dios pensó ti.
Reaviva, fortalece y acrecienta tu formación como mujer cristiana con la buena lectura que aquí te ofrecemos…

Mujer, sé lo que eres: la obra más hermosa de la creación, la imagen de Dios para el mundo
Un libro en el la que Madre Isabel de la Cruz Crespo Ruiz, Discípula de Jesús, hace una profunda reflexión acerca de la enseñanza de la Iglesia sobre la identidad, la dignidad y la vocación de la mujer.
¡No puede faltar en tu biblioteca, mujer cristiana! Su lectura te animará a vivir enamorada de Dios, de la vida y de tu identidad de mujer.
¡Pide el tuyo ahora!
Envíanos aquí un mensaje para solicitarlo o pedir información:
¿Te gustó este artículo?
¡Recibe un aviso cuando publiquemos otro!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!