¿Cómo interceder con la Novena de la Preciosa Sangre?
Según el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (nº 554), la intercesión «consiste en pedir en favor de otro. Ella nos conforma y nos une a la oración de Jesús que intercede junto de Dios Padre por todos los hombres, en especial por los pecadores. La intercesión debe extenderse también a los enemigos».
En este artículo te proponemos una forma de intercesión: la Novena a la Preciosa Sangre de Jesús. Hay también otras maneras de hacerlo: la oración de la noche, el Santo Rosario, la Letanía de la Misericordia, etc. Tú puedes elegir la forma de interceder con la que te sientas más identificado. Lo importante es el deseo y la intención de pedir al Señor por otra persona y sus necesidades.
¿En qué consiste esta Novena a la Preciosa Sangre?
Esta Novena está recomendada en el libro “Vencer al demonio con Jesús”, del Padre Grabrielle Amorth, sacerdote exorcista, y la Hna. Angelina Musolesi. Allí los autores dan testimonio de cómo es posible la liberación de las personas gracias a la intercesión constante con esta Novena que fue compuesta por el venerable Bartolomé de Saluzzo.
Esta novena tiene mucho poder debido a que en ella se le pide a nuestra Madre Santísima que interceda por nosotros ante el Padre Celestial, por los méritos de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, su Hijo.
A diferencia de otras oraciones a la Preciosa Sangre, esta se considera especial, pues tiene su fundamento en la Palabra de Dios. Allí leemos que Jesucristo, por su sacrificio en la cruz, al derramar su sangre y entregar su vida por nosotros, venció a la muerte, al pecado, a las tinieblas y a satanás.
Por su Sangre hemos quedado redimidos. San Pablo nos dice: «El Padre Celestial nos rescató de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo amado, quien nos compró con su Sangre Preciosa perdonando todos nuestros pecados» (Col 1,13-14).
La presencia de la Virgen María en esta Novena a la Preciosa Sangre

La Virgen María es nuestra Madre. Ella nos ama porque somos sus hijos, y a ella le pedimos que nos escuche e interceda por nuestras intenciones y necesidades. Y lo hacemos por la Sangre que derramó Jesucristo, su Hijo, por la cual hemos sido salvados y redimidos.
Esta petición a Nuestra Madre Santísima, la Virgen María, se puede hacer por la conversión y salvación de nosotros mismos, o de alguien más.
Una sugerencia para orar con esta Novena
Esta Novena a la Preciosa Sangre es especial para hacerla cuando hay una persona en peligro (ya sea por estar en peligro de muerte, por ser adicto a las drogas, porque su matrimonio esté en riesgo de separación, o por problemas que le agobian).
Cuando vayas a orar te sugerimos que hagas una primera novena pidiendo la gracia de la salvación para esa persona. Después puedes ofrecer una siguiente novena pidiendo su conversión, e insistir, pues a Dios le complace, para alcanzar para ella las gracias de Dios.
Novena a la Preciosa Sangre
(Se reza durante nueve días seguidos)

Oración inicial
¡Oh inmensa majestad de Dios, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo, tu humildísima creatura, te adoro y te alabo con el afecto y dedicación que las creaturas pueden dar. En tu presencia y en la de María Santísima, Reina del cielo, en presencia de mi ángel custodio, de mis santos patronos y de toda la corte celestial, afirmo que esta oración y esta petición que estoy por hacer a la piadosa y misericordiosa Virgen María por los méritos de la preciosa Sangre de Jesús, trato de hacerla con recta intención y principalmente para tu gloria, por mi salvación y la de mi prójimo.
Por lo tanto, de Ti espero, mi Dios, sumo Bien, mediante la intercesión de la Virgen Santísima, conseguir la gracia que humildemente te pido por los méritos infinitos de la preciosísima sangre de Jesús.
¿Pero qué puedo yo hacer en el presente estado en que me encuentro, sino confesar ante Ti, mi Dios, todos mis pecados cometidos hoy, pidiéndote otra vez la purificación de la Sangre de Jesús? Sí, Dios mío, me arrepiento y me duelo de veras de corazón, no por temor al infierno, que lo he merecido, sino solo por haberte ofendido a Ti, sumo Bien. Propongo firmemente con tu santa gracia no ofenderte más y huir de las situaciones próximas de pecado. ¡Piedad, Señor! ¡Perdóname! Amén.
Oración a la Virgen María
Bajo tu protección me refugio, oh Santa Madre de Dios: no desprecies la oración que te dirijo, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita!
Oh Señor, ven pronto a salvarme. Señor ven pronto en mi ayuda.
Gloria al Padre…

¡Tú eres bella, oh María, y no hay mancha original en ti! Eres purísima, oh Virgen María, Reina del cielo y de la tierra, Madre de Dios. Te saludo, te venero y te bendigo por siempre. Oh María, a ti recurro, te invoco. Ayúdame, dulcísima Madre de mi dulcísimo Jesús.
Y porque no hay cosa que se te pida en virtud de la pasión de Jesucristo que de ti no se obtenga, con intensa fe te ruego me concedas la gracia que tanto necesito, te lo pido por la divina Sangre que Jesús derramó por nuestra salvación. No cesaré de rogar hasta que me hayas escuchado.
Oh, Madre de misericordia, confío en que obtendré esta gracia, porque te la pido por los méritos de la preciosísima Sangre de tu amadísimo Hijo. Oh Madre dulcísima, por los méritos de la Sangre preciosísima de tu divino Hijo concédeme la gracia de… (en este momento se dice la gracia que se desea).
Primera petición
Te lo pido, Madre Santísima, por esa pura, bendita e inocente Sangre que Jesús derramó en su circuncisión a la tierna edad de ocho días.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Segunda petición
Te lo pido, oh María Santísima, por esa pura, inocente y bendita Sangre que Jesús derramó en abundancia en la agonía del Huerto.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Tercera petición
Te imploro, oh María Santísima, por esa pura, inocente y bendita Sangre que Jesús derramó abundantemente cuando, despojado y amarrado a la columna, fue cruelmente azotado.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Cuarta petición
Te lo ruego, Madre Santísima, por esa pura, inocente y bendita Sangre que Jesús derramó de su cabeza, cuando fue coronado de punzantes espinas.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Quinta petición
Te lo pido, María Santísima, por esa pura, inocente, y bendita Sangre que Jesús derramó al llevar la cruz por el camino del Calvario, y especialmente por esa Sangre viva mezclada con tus lágrimas derramadas, acompañándolo al sacrificio supremo.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Sexta petición
Te suplico, María Santísima, por esa pura, inocente y bendita Sangre que Jesús derramó de su cuerpo, cuando fue despojado de sus vestiduras, esa misma sangre que brotó de sus manos y pies cuando fue clavado a la cruz con durísimos y punzantes clavos. Te lo pido sobre todo por la Sangre que derramó durante su amarguísima y desgarradora agonía.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Séptima petición
Óyeme, purísima Virgen y Madre María, por esa dulcísima y mística Sangre y agua que brotó del costado de Jesús cuando aquella lanza le traspasó el Corazón. Por esa Sangre purísima concédeme, oh Virgen María, la gracia que te pido; por esa Sangre preciosísima, que profundamente adoro y que es mi bebida en la mesa del Señor, escúchame, oh piadosa y dulce Virgen María.
Dios te salve, María…
Oh Virgen María, por los méritos de la Sangre preciosa de tu divino Hijo, intercede por mí (o por…) ante el Padre celestial.
Oración final

Ángeles y todos los santos del paraíso que contemplan la gloria de Dios, unan su oración a la de esa querida Madre y Reina María Santísima, y obténganme del Padre celestial la gracia que pido por los méritos de la Sangre preciosísima que nuestro Salvador derramó de sus sacratísimas llagas.
También yo le ofrezco al eterno Padre la Sangre preciosísima de Jesús, para que pueda gozarlo plenamente y alabarlo por siempre en la gloria del cielo cantando: “Nos has redimido, oh Señor con tu Sangre, has hecho de nosotros un reino para nuestro Dios”. Amén.
Oh bueno y amable Señor, dulce y misericordioso, ten piedad de mí y de todas las personas, vivas y difuntas, que has redimido con tu Sangre preciosa. Amén.
Alabada y bendecida sea la Sangre de Jesús ahora y siempre.
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