La alabanza: un estilo de vida
La alabanza es más que una forma de hacer oración, es un estilo de vida, es decir, una forma de vivir en constante relación personal con Dios vivo y verdadero.
Hoy hablaremos de esta gran arma que tenemos para defendernos del enemigo y para crecer en nuestra relación con Dios, ya que a través de ella podemos llegar a la adoración.
¿Cómo podemos definir la alabanza?
Podemos definirla como la forma de oración que nos lleva a exaltar el Nombre de Dios, a elogiarlo por ser Dios, por lo que Él es y por lo que Él hace. En la alabanza lo glorificamos, expresamos con palabras nuestra gratitud, lo halagarlo.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2639 nos dice qué es la alabanza:
«Es la forma de orar que reconoce de manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que Él es… Mediante ella el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios».
La alabanza brota de un corazón que ama, que reconoce la grandeza del Señor, de un corazón que no se centra en sí mismo sino en Él. La alabanza nos centra totalmente en Dios, nos permite entregarnos a Él y olvidarnos de nosotros, ya que no sale de nuestras emociones ni de nuestros deseos sino de nuestra decisión de amar al Señor. Por ello podemos alabarle desde nuestro sufrimiento o quebranto, aún desde nuestro dolor, como Jesús: «Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya…» (Lc 22,42).
El lenguaje de la alabanza

El principal lenguaje de la alabanza es el lenguaje del corazón. Si tu corazón está alejando de Dios toda expresión de oración será vana.
Por otra parte, la alabanza implica todo tu ser:
- Cuerpo: en la alabanza aplaudes, danzas, levantas las manos, cantas, aclamas…
- Mente: que está pensando en Dios, expresando tu sentir de una manera consciente, viva, intensa…
- Alma: la alabanza involucra tus sentimientos de piedad, de amor, de alegría y júbilo…
- Espíritu: que se une al Espíritu de Dios para llegar a la entrega total, a la comunión perfecta.
Ventajas de la alabanza
Son muchas las ventajas de vivir en alabanza:
- Te facilita la comunión profunda con Dios, preparándote para la adoración y la contemplación.
- Te libera y te sana.
- Es un arma espiritual poderosa contra los ataques del maligno. Satanás no puede estar en un lugar donde se alaba el nombre de Dios.
- Te permite crecer en apertura para escuchar a Dios.
- Te trae abundantes bendiciones.
¿Cómo se hace la alabanza?
Como ya dijimos, involucrando todo tu ser:
- Cantando y danzando.
- Con palabras inspiradas.
- Usando tus propias palabras.
- Con aclamaciones.
- Recitando salmos.
- Con instrumentos (el principal, nuestra voz).
¿Cómo se expresa la alabanza?

La alabanza incluye toda una expresión, un lenguaje propio: aplaudir, danzar, levantar las manos, cerrar los ojos, aclamar… Implica romper tu desánimo, tu desaliento, el cansancio, el egoísmo, el miedo, la vergüenza… Lo único importante es que estás delante de Dios, unido a los ángeles, a los santos y a toda la creación que le alaba y le bendice.
Recuerda que los demonios son los únicos que no pueden alabar a Dios. Tampoco pueden hacerlo quienes están espiritualmente muertos, porque dice la Escritura: «Los vivos, los vivos son los que te alaban, como yo ahora…» (Is 38,19).
Alabar a Dios es santificar su nombre, es reconocer su grandeza. La alabanza brota sin fin de una conciencia plena del gran amor que Dios nos tiene. Es la expresión de amor de un corazón que ama.
Conclusión
Que toda tu vida sea una alabanza, así como fue la vida de la Santísima Virgen María. Imagínala en su Magníficat, y la verás envuelta en todas estas actitudes que hemos destacado aquí.
Recuerda siempre que un corazón que alaba es un corazón que ama. ¡Que Dios te regale este don!
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