El pecado destruyó la dignidad de la mujer… ¡pero Jesús vino a restaurarla!

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Hoy te invitamos a descubrir cómo Jesús restaura la dignidad de la mujer, destruida a causa del pecado.

En otro artículo hemos visto cuál era el Plan perfecto de Dios para la mujer, cuál su designio de amor para ti. Te invitamos que revises esa publicación aquí:

Mujer… ¿Quién eres tú para Dios?

Sin embargo, la realidad que vemos en el mundo de hoy es totalmente contraria a ese Plan. ¿Por qué? ¿Es que Dios se equivocó? ¿Hubo una falla en su Plan? ¿No era perfecto?

La terrible realidad del pecado

¡Claro que el Plan de Dios era perfecto! ¡Y lo sigue siendo! Pero la Biblia nos explica que el ser humano, varón y mujer, en su libertad, optó por desobedecer a Dios y dio entrada al pecado (cf. Gn 3).

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  • Y habiendo sido creado para la comunión y el diálogo amoroso con Dios, se alejó de Él, “se escondió”, “tuvo miedo”… (Gn 3,10)
  • Además el varón y la mujer ya no pudieron seguir mirándose a los ojos como iguales, y él comenzó a “dominarla” a ella… (Gn 3,16)
  • También llegaron las fatigas y los dolores de parto… (Gn 3,16)
  • Y el equilibrio y la armonía del jardín que cultivaban juntos se volvió contra ellos y la tierra asimismo sufrió las consecuencias del pecado… (Gn 3,17-19)
  • Finalmente, junto con toda esta desarmonía llegó la muerte… (Gn 3,19)

Este desequilibrio provocado por el pecado quedó impreso en el hombre, y sus consecuencias llegan hasta hoy.

El mundo y su visión de la mujer

En primer lugar hay que aclarar que, cuando en este contexto hablamos de “mundo”, nos referimos a un sistema de relaciones, ideas y valores marcado por el pecado, y que, por lo tanto, se opone al Reino de Dios.

Así, cuando te dejas dirigir por el pecado, ya no hay espacio para que el Plan de Dios se realice en tu vida. Entonces comienzas a centrar tu dignidad y tu valor como mujer en las propuestas del mundo y no en las de Dios.

El mundo manipula tu dignidad cuando te dice que la mujer que más vale es la más bella, o la que tiene más fama, o la que tiene más riquezas materiales…

¿Cómo lo hace? Especialmente a través de sus mentiras:

La mentira de la belleza
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El mundo te hace creer que tu valor está en la belleza exterior. Te exige una talla, un peso, unas medidas, unas facciones, un color de piel, un cutis determinados. Y pone este valor por sobre otros valores más importantes y trascendentes como el amor, la salud, la vida, la dignidad, el pudor, la pureza…

Como consecuencia, conseguir este ideal de belleza se convierte en tu principal objetivo en la vida. Y te constituyes en tu propio dios, hasta que el hedonismo y el culto al cuerpo llegan a destruirte.

La mentira de la fama

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El mundo también te hace pensar que tú vales por la fama que tienes. Mientras más popularidad y aceptación de los demás consigas, tendrás más valor.

Especialmente importante es ser popular en las redes sociales. Tener más “seguidores” o más “likes” llega a ser vital, y para conseguirlos puedes sacrificar valores como la honestidad, la verdad y la intimidad.

La mentira de la riqueza

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Otro engaño en el que te hace caer el mundo es deslumbrarte por el tener. Y te hace creer que tú vales por las cosas que posees, cosas externas y generalmente superficiales.

El desenfreno que se vive en la actualidad te lleva a caer en actitudes consumistas, buscando desesperadamente la felicidad en lo material. Esto te lleva a perderte en la insatisfacción y genera en tí un profundo vacío.

Otras mentiras

Y podríamos seguir enumerando las mentiras del mundo: el placer, el poder, el no depender de nada ni de nadie, el que cada quien hace lo que se le da la gana (o la libertad mal entendida)…

Son las maneras que tiene el pecado de manifestarse. Si vas asumiendo y aceptando estos criterios y modos de actuar en tu vida, cada vez te será más difícil vivir según el Plan perfecto que Dios soñó para ti.

Tres falsas ideologías que atentan contra el Plan de Dios para la mujer

Actualmente la visión que la mujer tiene de sí misma se ve afectada también por tres falsas ideologías que nos presenta el mundo:

  • El machismo
  • El feminismo
  • La “onda unisex”, hoy llamada Ideología de Género

A continuación te damos unos breves conceptos sobre cada una.

El machismo

machismoEs la forma de pensar y de vivir que afirma que el hombre es superior a la mujer, por lo tanto la puede tratar como esclava, como objeto de su propiedad. Esto es totalmente reprobable y contrario a lo que la Palabra de Dios nos enseña.

Esta ideología considera a la mujer como un ser que carece de valor. Lo que sobresale es el valor de la imagen del hombre, empobreciendo la de la mujer.

Por supuesto, Dios no está de acuerdo en que la mujer sea pisada, humillada, destruida, denigrada…

El feminismo

feminismoEnseña que la mujer es superior al hombre, que ella no necesita de él para nada, que puede y debe competir con él en todo. Esta ideología ha llevado a la mujer a creer que para poder realizarse necesita salir de su casa. Además desvaloriza absolutamente los roles femeninos de ama de casa, madre y esposa.

También de aquí parte la idea de que la mujer tiene derecho a cambiar o manipular el plan de Dios respecto a los hijos. Tú “eres dueña de tu cuerpo”, y puedes hacer con él lo que quieras… Sin tener en cuenta que tu hijo, aunque esté en tu vientre, es otra persona distinta a ti…

Aquí además se promueven prácticas tan aberrantes como el aborto, la anticoncepción, la homosexualidad.

Todo esto destruye la identidad de la mujer y su feminidad, y la incapacita para realizar la misión que Dios le encomendó.

La “onda unisex”, hoy llamada Ideología de Género

ideologia-generoEs la tendencia a establecer la idea de que no hay diferencias entre los sexos, o bien que estas diferencias son mínimas.

El postulado fundamental de esta ideología es que el género es algo construido por la cultura, y por tanto, hay una esencial igualdad entre los géneros.

La diferencia cultural entre el hombre y la mujer ha sido usada con la finalidad de oprimir al sexo débil, colocándolo en una situación de desventaja en relación con el hombre. Para liberarse de esta opresión es necesario que la mujer compita con el hombre –y, por supuesto, gane- en el mundo profesional, aunque para esto abandone necesariamente su maternidad.

Incluso debe lograrse que los roles sean intercambiables: los hombres deben estar más en el hogar. Tienen que suplir a las mujeres para que ellas salgan a trabajar. Hay que luchar para que haya “equidad” (es decir, igualdad total) en la división de papeles en el hogar.

Los géneros, incluyendo a los hombres y mujeres de tendencias sexuales diversas, son también iguales (y deben ser igualmente aceptables en la sociedad), y se asigna a su tendencia una categoría sustantiva, al punto que se habla de que esa tendencia provoca unos ciertos derechos humanos.

Esta ideología desconoce que Dios nos creó hombre y mujer (Cf. Gn 1,27) y que el matrimonio debe darse entre un hombre y una mujer (Cf. Gn 2,24). Por otra parte no acepta el hecho de que la unión entre personas del mismo sexo está contra la ley natural y también contra la ley divina.

Lo que la Iglesia nos enseña en el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357 – 2359) es que los que tienen esta tendencia a la homosexualidad deben buscar vivir en castidad, por lo tanto, en la soltería.

Consecuencia: El mundo está perdiendo la feminidad

mujeres-masculinasTodo esto es un grave error. Es cierto que varón y mujer somos iguales, pero solamente en dignidad. Las funciones, los roles que nos toca desempeñar, son esencialmente diferente. Es distinta también nuestra espiritualidad, nuestra psicología, nuestra manera de pensar…

Al presentar como irrelevantes las diferencias entre los sexos, esta ideología ha propiciado la pérdida de la feminidad y la masculinidad, generando mujeres cada vez más masculinas y hombres más femeninos. Es, por tanto, una tendencia peligrosa que suscita la pérdida de identidad y lleva a la homosexualidad.

De esta manera, el mundo con estas ideologías ha favorecido una perdida de la identidad de la mujer. Cada vez encontramos más mujeres masculinas en el vestir, en sus actitudes, en sus comportamientos.

Estamos en un mundo que ha perdido la feminidad.

Restaurando la imagen de Dios en la mujer

Con todas estas mentiras e ideologías, el mundo manipula la imagen de la mujer. La utiliza como a un objeto para procurar placer. La maneja a través de la moda como si fuera un maniquí, como a un títere al cual puede vestir y desvestir a su antojo.

La mujer ha perdido su identidad, su feminidad. Con sus criterios el mundo ha desfigurado el Plan de Dios sobre ella, lo ha despintado.

Las ideologías y criterios del mundo han llevado a la mujer a la pérdida de los valores y la han sumido en la esclavitud de muchos vicios.

aborto-vientre-tumbaY ella que había sido pensada como santuario de vida, quedó reducida a ser sepulcro, templo de muerte. Su vientre dejó de ser cuna y se convirtió en tumba…

Esto es lo que hizo en la mujer el gravísimo pecado del aborto. La ha vuelto santuario de muerte.

Así la mujer ha dejado de ser reflejo de la imagen de Dios, cayendo inclusive en la búsqueda de su felicidad en la misma oscuridad.

Hoy la imagen de Dios en la mujer es apenas perceptible. Es necesario, pues, restaurarla.

¿Qué debes hacer?

¡Conviértete! Asume el Plan de Dios para ti, adhiérete a él, desea con todo tu corazón vivirlo… Quita de tu vida las cosas que no te permitan vivir esta realidad, cambia actitudes… Permítele al Señor obrar en tu vida, recordando que Jesús restaura la dignidad de la mujer. Él es el único que puede hacerlo… Decídete a vivir este Plan y entrégate con alegría a él.

Y esto solo lo podrás hacer desde Dios, dejando que Él te sane y te libere, y teniendo una relación viva y personal con Él.

Para lograrlo es necesario mirarte a ti misma con los ojos de Dios, contemplarte como Él te contempla y creer en la visión que Él tiene de ti. Esto sanará tu estima personal, te dará cada vez más capacidad de amarte y fortalecerá tu propia identidad.

¡Mírate, mujer!

mujer-levantateEstás caída, como Eva…

Has sido engañada por el mundo, por el maligno, por tu misma confusión…

Como Eva necesitas ser restaurada en tu ser,

necesitas dejarte redimir,

necesitas tener un encuentro personal con Cristo, tu Salvador.

Por eso… ¡Deja que Dios restaure su imagen en ti!

Ábrete a la sanación y liberación de estas áreas en tu vida,

entrégale a Dios tu corazón de mujer para que Él lo restaure.

Jesús ha venido a levantar tu dignidad.

Es en el encuentro personal con Jesucristo

que tú encontrarás tu verdadera identidad, descubrirás tu verdadero valor,

reconstruirás tu imagen y volverás a ser hija de Dios.

Jesús te dice hoy: ¡Mujer, levántate!

¡Porque eres mi creación, hechura de mis manos, parte de mi Corazón!

¡Levántate, hija de Sión, virgen de Israel!

¡Tú eres digna porque Yo te he comprado con mi sangre!

¡He derramado por ti cada gota de mi sangre,

para lavar tus pecados, para restaurar tu dignidad!

¡Tú eres mi templo, mi casa, mi propiedad, morada de mi Espíritu!

Te he llenado de mi gracia, de mi presencia…

¡Te he llamado por tu nombre, tú eres mía!

¡Déjame transformarte! ¡Entrégame tu corazón!

¡Déjame redimirte y darte una nueva vida!

¡Mujer, tú eres parte de mi Corazón!

¡Mujer, tú eres una bendición de Dios!

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