En Adviento abre tu corazón al Dios que viene
Este domingo comienza el Adviento. Es un tiempo en que la Iglesia nos invita a renovar nuestras fuerzas y esperanzas, a prepararnos para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo.
Desde nuestro Blog queremos ofrecerte algunas orientaciones, como pequeñas pistas para que puedas vivir este tiempo siendo consciente de la gran bendición que supone abrirle la puerta de tu vida a nuestro Dios que viene.
En estas cuatro semanas de Adviento te proponemos ir preparando la venida del Señor de la historia con un espíritu renovado. Esta renovación se irá alimentando por la Palabra de Dios, que a través de los grandes anunciadores–profetas, recuerda las promesas y las realizaciones que fueron signo de la presencia de Dios en la vida del pueblo.
El Adviento es…
Adviento: ¡Viene Dios!
El tiempo litúrgico de Adviento hace referencia a la venida, a la llegada del Señor. Lo dice el mismo nombre, ya que deriva del latín “adventus” (advenire: llegar). El Señor llega, viene a salvarnos.
Es uno de los tiempos fuertes del ciclo litúrgico que abarca las cuatro semanas previas a la Navidad. En este tiempo esperamos la venida del Señor que se realizará el último día de la historia y celebramos la venida que se realizó en la encarnación y el nacimiento de Jesús.
En las primeras Vísperas del Primer Domingo de Adviento se dice esta antífona: “Anunciad a los pueblos y decidles: Mirad, viene Dios, nuestro Salvador”. Al inicio de un nuevo Año Litúrgico la Iglesia nos invita a renovar el gran anuncio a todos los pueblos: “¡Dios viene!” Esta expresión tan sintética contiene una fuerza siempre nueva. No usa el pasado “Dios ha venido”, ni el futuro “Dios vendrá”. Usa el presente: “Dios viene”. Es ahora, ya. Se trata de un presente continuo, es decir, de una acción que siempre tiene lugar. Está ocurriendo, ocurre ahora, ocurrirá una vez más. En cualquier momento… “¡Dios viene!”
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Algunos signos del Adviento
Hay algunos signos que son propios de este tiempo y pueden ayudarte a vivir este espíritu de preparación y espera:
- Las lecturas, las oraciones, los cantos, y toda la liturgia en general está orientada a la espera gozosa del Salvador.
- El color morado que se usa en las celebraciones simboliza “la espera” o “esperanza” en esta gran venida, y a la vez nos recuerda que aún no estamos en la fiesta definitiva.
- En la eucaristía dominical no se dice el Gloria, pues quedará reservado hasta la gran fiesta de Navidad. Además, la ambientación de las iglesias, capillas y oratorios es sobria y sencilla, para ayudarnos a recordar que aún somos peregrinos.
- La Corona de Adviento, con sus cuatro velas que semana a semana se van encendiendo y dando cada vez mayor luminosidad, nos prepara para recibir a Cristo que viene como Luz del mundo.
El sentido del Adviento
Ahora bien, ¿cuál es el sentido del Adviento? ¿Qué significa vivir cada año este tiempo litúrgico? ¿Qué quiere despertar Dios en ti a través de esta experiencia de “esperar”?
El Adviento te invita a tomar conciencia de que Dios viene cada día. Resuena como una llamada que se hace cada vez más fuerte con el pasar de los días: ¡Despierta! ¡Recuerda que Dios viene! ¡No vino ayer! ¡No vendrá mañana! ¡Dios viene hoy, ahora!
El único verdadero Dios, “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” no es un Dios que está en el cielo, desinteresándose de ti y de tu historia. Es el Dios-que-viene.
Dios Padre no deja de pensar en ti. Respetando tu libertad desea encontrarte, visitarte, quiere venir, vivir en tu casa, permanecer en ti. Este “venir” se debe a su voluntad de liberarte del mal y de la muerte, de todo aquello que impide tu verdadera felicidad. Dios viene a salvarte.
Por eso esperar la venida de Jesús no es un puro símbolo. Cristo realmente viene a ti, viene a tu vida. Él se hace cercano y presente, y en el Adviento te ofrece la gracia especial de su venida.
De esta manera el Adviento te permitirá tomar una conciencia más viva y completamente nueva del amor y la gracia de Dios. Él se da a conocer como aquel que te quiere y te invita a que tengas una mayor intimidad con su persona.
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¡Maranathá! ¡Ven, Señor Jesús!
Desde esta perspectiva cobra un nuevo significado la hermosa súplica que una y otra vez repetimos en Adviento: “¡Maranatá!” “¡Ven Señor Jesús!” Este grito, pronunciado con sinceridad y fervor, se convertirá en una verdadera esperanza y espera del Señor. Cada día del Adviento, este “¡ven!” te irá colmando más y más del gozo que anhelas. Este “¡ven!” te purificará y te plenificará.
Y le dará a tu oración en el transcurso del Adviento un matiz muy especial. Con ella irás preparando un lugar acogedor en tu corazón donde Jesús pueda nacer. Y Él vendrá a habitar en ti, pondrá en ti su morada, te llenará de su gracia, de su amor, de su paz. Te sanará, renovará tu vida y te liberará…
Ese es el proyecto de Dios para ti en el Adviento. ¿No te parece maravilloso?
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