Cinco claves para entender el Año Litúrgico
¿No te ha pasado que el año se te ha ido volando? Ya se está acabando este 2017 que parece que acaba de empezar… Ya todo está marcándonos el final del Año Litúrgico con la fiesta de Cristo Rey que se acerca. Luego iniciará el Tiempo de Adviento y el nuevo Ciclo nos traerá una oportunidad renovada de caminar con Jesús el camino de nuestra fe.
Por eso hoy te proponemos refrescar tus conocimientos sobre el Año Litúrgico: ¿Qué es? ¿Cuándo inicia y cuándo acaba? ¿Cuáles son sus tiempos fuertes? ¿Para qué nos lo propone la Iglesia?
Todo esto y mucho más encontrarás en este post. Esperamos te sea de mucha ayuda en la profundización del misterio de Jesús, centro y cumbre de nuestra fe.
1. ¿Qué es el Año Litúrgico?
Se llama Año Litúrgico al tiempo que va entre el primer Domingo de Adviento y la fiesta de Cristo Rey. Durante este período la Iglesia celebra entero el misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada Parusía. Por lo tanto podemos decir que el Año Litúrgico es una realidad salvífica. Esto significa que si lo recorremos con fe y amor, Dios saldrá a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo.
En la Carta Apostólica Spiritus et Sponsa, el Papa Juan Pablo II nos dice que el Año Litúrgico es el “camino a través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y lo revive” (n.3).
Y precisamente “hacer memoria” no es solamente recordar, sino volver a vivir los acontecimientos de la Historia de la Salvación. Esto se hace a través de las fiestas y celebraciones, en las que se conmemoran y actualizan los acontecimientos más importantes del Plan de Salvación. Por eso el Año Litúrgico es un camino de fe que nos adentra y nos invita a profundizar en el Misterio de la Salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor de Dios que nos lleva a la salvación.
2. Finalidades del Año Litúrgico
Por esto que acabamos de explicar, podemos decir que el Año Litúrgico tiene dos objetivos o finalidades:
- Una finalidad catequética, porque a través de él puedes aprender los misterios de Cristo (Navidad, Epifanía, Muerte, Resurrección, Ascensión, etc.). El Año Litúrgico celebra el misterio de la salvación en las sucesivas etapas del misterio del amor de Dios, cumplido en Cristo.
- Una finalidad salvífica, porque en cada momento del Año Litúrgico recibes la gracia especifica de ese misterio que estás viviendo. Por ejemplo, la gracia de la esperanza cristiana y la conversión del corazón para el Adviento; la gracia del gozo íntimo de la salvación en la Navidad; la gracia de la penitencia y la conversión en la Cuaresma; el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte en la Pascua; el coraje y la valentía el día de Pentecostés para salir a evangelizar; la gracia de la esperanza serena, de la honestidad en la vida de cada día y la donación al prójimo en el Tiempo Ordinario, etc. Así puedes apropiarte de los frutos que Cristo nos trae aquí y ahora para nuestra salvación. Y puedes progresar en la santidad y prepararte para su venida gloriosa o Parusía.
3. Tiempos del Año Litúrgico
Como ya dijimos, durante el Año Litúrgico hacemos memoria de los hechos históricos de nuestra salvación. De esta manera en la liturgia estos hechos son actualizados y convertidos, bajo la acción del Espíritu Santo, en fuente de gracia divina, aliento y fuerza para nosotros.
Todos ellos se organizan en diferentes Tiempos Litúrgicos, de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo:
Adviento
Tiempo de alegre espera, pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Juan el Bautista y María. Con Isaías puedes llenarte de esperanza en la venida de Cristo, que traerá la paz y la salvación. San Juan Bautista te invitará a la penitencia y al cambio de vida para que puedas recibir con el alma ya purificada y limpia al Salvador. Y María, que espera, prepara y realiza el Adviento, será para ti ejemplo de esa fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en tu vida.
Navidad
Tiempo en el que se conmemora el nacimiento de Jesús en la Iglesia, en el mundo y en el corazón del hombre. Él te traerá una vez más la salvación, la paz, el amor que trajo hace más de dos mil años. Podrás apropiarte de los mismos efectos salvíficos de su primera venida, en la fe y desde la fe. Basta que tengas el alma bien limpia y purificada, como recomendaba san Juan Bautista durante el Adviento.
Epifanía
El día de Reyes es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios como luz de todos los pueblos, en la persona de esos reyes de Oriente. Cristo ha venido para todos: Oriente y Occidente, Norte y Sur, Este y Oeste; pobres y ricos; adultos y niños; enfermos y sanos, sabios e ignorantes. Cristo ha venido para ti y para mí…
Primer tiempo ordinario
Tiempo que va desde Epifanía hasta Cuaresma.
Cuaresma
Es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el Tiempo Pascual. Puedes rezar el Vía Crucis cada día o, al menos, los viernes, para unirte a la Pasión del Señor y en reparación de tus pecados y los de todos los hombres.
Pascua
Tiempo en que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sacándonos de las tinieblas del pecado a la claridad de la luz. Y tú mismo puedes morir junto con Él, para resucitar a una nueva vida, llena de entusiasmo y gozo, de fe y confianza, comprometida en el apostolado.
Pentecostés
Fiesta en la que se conmemora la venida del Espíritu Santo, para santificar, guiar y fortalecer a su Iglesia y a cada uno de nosotros. El Espíritu volverá a renovar en ti el ansia misionera. Él te lanzará a llevar el mensaje de Cristo con la valentía y el arrojo de los primeros apóstoles y discípulos de Jesús.
Segundo tiempo ordinario
Tiempo que va después de Pentecostés hasta la fiesta de Cristo Rey.
Durante los tiempos ordinarios del Año Litúrgico no se celebra un aspecto concreto del misterio de Cristo. Se profundiza en los distintos momentos históricos de su vida para que te adentres con Él en la historia de la Salvación.
4. Efectos del Año Litúrgico
Gracias al Año Litúrgico, las aguas de la redención te cubren, te limpian, te refrescan, te sanan, te curan, aquí y ahora. Continuamente te estás bañando en las fuentes de la Salvación. Y esto se logra a través de los Sacramentos. Es en ellos donde se celebra y actualiza el Misterio de Cristo. Los Sacramentos son los canales a través de los cuales Dios te da a beber el agua viva y refrescante de la Salvación que brota del costado abierto de Cristo.
Podemos decir en verdad que cada día, cada semana, cada mes vienen santificados con las celebraciones del Año Litúrgico. De esta manera los días y meses de un cristiano no pueden ser tristes, monótonos, anodinos, como si no pasara nada. Al contrario, cada día pasa la corriente de agua viva que mana del costado abierto del Salvador. Quien se acerca y bebe, recibe la salvación y la vida divina, y la alegría y el júbilo de la verdadera liberación interior.
5. Los ciclos del Año Litúrgico
El Año Litúrgico está organizado en dos ciclos:
1- Ciclo cristológico: dedicado a Cristo. Se divide a su vez en dos ciclos: el de Navidad, que comienza con el tiempo de Adviento y culmina con la Epifanía, y el Pascual, que se inicia con el miércoles de ceniza, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual y culmina con el domingo de Pentecostés.
2- Ciclo santoral: dedicado a la Virgen y los santos. Cada uno de los santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo. Por eso, celebrar a un santo es celebrar el poder y el amor de Dios, manifestados en esa creatura.
Los santos ya consiguieron lo que nosotros deseamos. Este culto es grato a Dios, pues reconocemos lo que Él ha hecho con estos hombres y mujeres que se prestaron a su gracia. “Los santos, –dirá san Atanasio- mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua”.
Este culto también es útil a nosotros, pues serán intercesores nuestros en el cielo, para implorar los beneficios de Dios por Cristo. Son bienhechores, amigos y coherederos del Cielo.
Por eso es bueno que los veneres, los ames y le agradezcas a Dios lo que por ellos te viene de Dios. Son para ti modelos a imitar. Si ellos han podido, ¿por qué tú no vas a poder, con la ayuda de Dios?
Sobre todos los santos sobresale la Virgen,. A Ella la honramos con culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios. Cristo, antes de morir en la cruz, nos la ha regalado como Madre. Ella es la que mejor ha imitado a su Hijo Jesucristo.
Concluyendo
La Iglesia, que es una Madre muy sabia, ha ido estructurando a lo largo de la historia el Año Litúrgico de manera que todos podamos encontrarnos con Cristo y revivir con Él los misterios de la Salvación.
Para este nuevo Año Litúrgico que está por comenzar te proponemos este pequeño plan:
- Haz conscientemente este camino.
- Recórrelo de la mano de María, vive con Ella los acontecimientos de la vida de su Hijo.
- Evita las prisas, lo superficial.
- Interioriza el mensaje.
- Profundiza los misterios que se van presentando día a día a lo largo del camino.
Verás qué maravillosa experiencia…
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Déjame amarte
Experimenta el gozo del amor infinito del Padre por ti…
Deja que Él te perdone y te sane…
Déjate amar por Dios…
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